17 dic 2013

Entre las esposas de Enrique VIII, ¿quién fue la más bella?



Una pregunta complicada, ya que la belleza es subjetiva. Todos tenemos una idea distinta acerca del atractivo físico. Mucho depende también el tiempo y lugar, pues los cánones de belleza cambian. Por ejemplo, yo vivo en México, donde una mujer rubia es considerada más guapa por el hecho de que no es común encontrar una persona con tales características. 



Catalina de Aragón era muy hermosa en su juventud. Su tez era blanca y sonrosada. Su cabello rubio rojizo y ojos azules fueron muy apreciados por sus contemporáneos. Sin embargo, era muy robusta y su corta estatura no ayudaba en nada a contrarrestar ese defecto. En cuanto a su personalidad, la podriamos definir con estas palabras: humilde, leal, devota, digna y estricta. No obstante, para cuando Catalina rivalizó con Ana Bolena, ya no era joven y su belleza había menguado. Es curioso que pocas películas son fieles al aspecto de Catalina. Sabemos que era española, pero era rubia. Maria Doyle es de cabello oscuro y lo mismo ocurre con Irene Papas ocurre lo mismo. Con respecto a Assumpta Serna, no recuerdo su actuación porque vi la serie hace mucho pero con respecto a su aspecto, ni es rubia y le saca casi una cabeza a Ana Bolena (cuando en realidad era al revés).



En cuanto a Ana Bolena, su aspecto físico fue tema de controversia. Aunque no es creíble que una mujer pretendida por los hombres tuviera verrugas y deformidades, como la describía el católico Sander. En Inglaterra eran comunes las mujeres de pelo rubio y ojos azules, por lo que Ana Bolena destacaba con sus ojos oscuros y cabello negro. Su tez era aceitunada y su porte elegante. Genevieve Bujold personifica a la perfección la actitud de Ana, una combinación de crueldad y dulzura. También la interpretación de Charlotte Rampling se me hace una de las más cercanas a la verdadera reina Ana. 


Jane Seymour, a pesar de ser el tipo de mujer aceptado en la época, no fue descrita como una gran belleza. El embajador Chapuys, quien simpatizaba con Jane, no la consideraba guapa. Era rubia y blanca, pero no con las saludables mejillas sonrosadas de una joven Catalina de Aragón, sino pálida. Era de ojos claros y nariz prominente. Fue una joven tímida, conservadora y dócil. Cuando pienso en Jane Seymour, de inmediato se me viene a la mente la imagen de Anita Briem (de Los Tudor) ataviada de blanco y bajando por las escaleras tímidamente. O también la actriz Jane Asher, para algunos insípida pero con una apariencia inofensiva.


La apariencia de Ana de Cleves es la más nebulosa, se podría decir. En el cine la representan con cabello oscuro, a veces claro. En la serie de Los Tudor es interpretada por una muchacha bonita. Algo que he visto en los libros donde aparece Ana, es que era muy fornida y alta en comparación con las anteriores esposas del rey. Y al parecer, su tez estaba picada por la viruela, algo que desagrado a Enrique VIII. Pero hay que tomar en cuenta que nadie más describió a Ana como fea. El embajador Marillac la califico como una "mediana belleza". Pero aquí es cuando nos damos cuenta de que poseer un buen físico no es lo único que basta para una atracción. Sin duda, Ana tenía muchas cualidades. Es descrita como una dama generosa. Pero sus talentos y habilidades no estaban al alcance del gusto del rey. Ella provenía de una corte humanista, pero lamentablemente su madre no permitió que recibiera una educación completa. 



Hubo quien considero que Catalina Howard era la más bella entre las mujeres del rey Enrique. Ella no era precisamente una beldad rubia de ojos azules pero si estaba más apegada a ese ideal de belleza, en comparación con su prima Ana. Su pelo era castaño, sus ojos oscuros y su piel muy blanca, casi pálida. La miniatura de Holbein, el retrato más exacto de Catalina, demuestra a una joven con expresión burlona y ojos muy separados. Sin embargo, hay otro retrato que describe a Catalina con pelo rubio castaño y ojos grises. En cuanto a su estatura, era muy baja y pequeña (no estoy segura si tanto como Catalina de Aragón). Pero tenía un rostro adorable. En cuanto a su forma de ser, era desenvuelta. Se podría decir que era una amante de los placeres, al igual que su prima Ana Bolena, aunque sin poseer el intelecto de Ana. 


Hay quienes creen que Ana de Cleves fue la esposa menos atractiva, cuando la verdad es que Catalina Parr fue la única a la cual nadie describió como guapa. Era de cabello castaño, frente ancha y buen porte, pues era muy alta. De hecho fue la más alta entre las seis. Parece ser que casi todo el atractivo de Catalina Parr residía en su personalidad. También podría ser que cuando Catalina entró en la escena real ya no era la belleza que fue en su juventud. 


A pesar de que cada una tenía lo suyo, para mí la más atractiva fue Ana Bolena. Catalina Howard la más bonita. Jane Seymour la menos atractiva y Catalina Parr la menos bella. Aunque a mí me interesa más conocer la opinión de ustedes.


16 dic 2013

Hace 528 años nació una princesa española: Catalina de Aragón

Como dice el título, hace 528 años nació una princesa española que pasaría a la historia como la primera esposa de Enrique VIII, Catalina de Aragón. Una mujer cuya determinación y valor conquisto el corazón del pueblo inglés. 


Catalina de Aragón nació el 16 de diciembre 1485. Su madre, la reina guerrera Isabel de Castilla, había pasado la mayor parte de su embarazo en la campaña contra los moros (habitantes islámicos aún independientes de la parte sur de España), en lugar de en el retiro propio de una dama. Después se retiró a Alcalá de Henares, donde nació la niña. El bebé llevaría el nombre de Catalina, por la abuela inglesa de su madre, que era hija de Juan de Gante, duque de Lancaster. Ella era de pelo dorado rojizo, piel blanca y ojos azules brillantes. 

El estilo inglés en su nombre y en su aspecto resultaron proféticos. Después de una infancia feliz y segura, la vida de Catalina se convirtió en una serie de luchas: conseguir un matrimonio, tener un hijo y, sobre todo, proteger su matrimonio y a su hija. 



Ella era hija, no de uno, sino de dos monarcas reinantes, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, los Reyes Católicos, título que les otorgó el Papa. De niña Catalina tuvo la imagen no sólo de un rey y una reina que cumplían sus deberes, sino también la de una familia real floreciente. 



Los primeros años de la infancia de Catalina fueron de aventura y a veces arduos, como lo había sido el embarazo de su madre. La corte de Isabel seguía siendo poco más que un campamento. Ella creció con el trasfondo del éxito militar. Debe recordarse que años después, Catalina imitaría a su madre durante la batalla de Flodden Field.



15 dic 2013

¿Fue Ana de Cleves una "yegua de Flandes?

Ana de Cleves ha pasado a la historia con el estereotipo de la esposa fea de Enrique VIII.


Empezaremos con el cuadro pintado por Holbein. No es muy creíble que el pintor se hubiese arriesgado a esbozar un retrato falso. Pero puede ser que debido a la posición de frente de la modelo se haya ocultado involuntariamente un defecto: una prominente nariz. Aunque en aquel entonces las narices largas no eran mal vistas, un ejemplo de ello es Jane Seymour. 

Somos afortunados al tener una descripción imparcial de primera mano, escrita sólo unos pocos días más tarde por el embajador francés, Charles de Marillac, respecto de su belleza o su fealdad. Ana de Cleves parecía tener treinta años, escribió él (en realidad, contaba veinticuatro), era alta y delgada, "de belleza mediana, con un semblante decidido y resuelto". La dama no era tan hermosa como la gente había afirmado, ni tan joven, pero había "una firmeza de propósito en su cara que contrastaba su falta de belleza". -de Las seis esposas de Enrique VIII, Antonia Fraser 

Y hay que tomar en cuenta que el término "belleza mediana", fue el mismo que se empleó con Catalina Howard. Aunque claro que la joven flamenca no poseía la frescura ni las prendas francesas de su sucesora. Otra cosa que cabe destacar es que Enrique VIII era aficionado a la música y estaba acostumbrado a mujeres talentosas (Catalina de Aragón y Ana Bolena eran un claro ejemplo), pero Ana de Cleves no era capaz de hablar en ningún otro idioma más que el propio.

Lo más probable es que Enrique se formará unas expectativas muy altas con respecto a su futura consorte. A diferencia de sus anteriores esposas (y las posteriores a Ana de Cleves), su cuarta esposa era una completa desconocida para el rey en el momento de la boda. Pero después de la anulación de su matrimonio, cuando Enrique ya estaba casado con Catalina, él mismo opino que Ana tenía un grato semblante. Y cuando Catalina Howard fue decapitada, la mujer que se convirtió en la sexta esposa de Enrique, Catalina Parr, era considerada menos bonita que Ana de Cleves. Catalina ni siquiera se le dio el calificativo de "belleza mediana". 





El collar de Ana Bolena

Todos los que hemos leído acerca de Ana Bolena conocemos este collar. Era como un distintivo de la desdichada reina, e incluso aparece en su retrato más famoso. No sabemos a donde fue a parar el collar tras la muerte de Ana. Hay quienes creen que fueron dados a su hija, Isabel Tudor. También es posible que Enrique se apropiara de las joyas de Ana para dárselas a Jane Seymour. Existe la creencia de que las perlas forman parte de la corona de Isabel II aunque no es algo comprobado. 



Lo más probable es que Enrique las hubiese recuperado. Hay que recordar que a la muerte de Catalina de Aragón, el rey se apropio de algunas pertenencias. Aunque me gustaría pensar que si el libro de horas de Ana Bolena sobrevivió hasta nuestros días, con el collar hubiese ocurrido lo mismo.

Las perlas del collar parecen ser esféricas y de tamaño uniforme como en los collares de perlas modernos. Podemos suponer que el color de las perlas debía ser uniforme, probablemente blanco, que era el color más buscado en las perlas. Sin embargo, hay que recordar que el aspecto del collar es una impresión artística.

Aparte de las perlas en el collar, también hay otras perlas en el retrato de la reina Ana Bolena. Hay 16 pares de perlas fijadas a lo largo de la línea del cuello inferior de su vestido. En cuanto al tocado, también estado adornado con dos filas de perlas uniformes. No se sabe si son perlas naturales o de vidrio, pero cabe destacar que la reina Isabel I también era muy adepta a las perlas, al igual que su madre.


Fuente:
http://www.internetstones.com

7 nov 2013

Mata Hari, el icono de la seducción




Mata Hari es un personaje controvertido, intrigante y, sobre todo, apasionante. Su verdadero nombre fue Margaretha Zelle. Nació el 7 de agosto de 1876. Era hija de un modesto sombrerero holandés, de quien heredo el orgullo y la ambición. Su belleza e indiscutible capacidad de seducción, constituyeron sin duda su mejor arma para conseguir todo lo que quería. Mata Hari no tenía el físico común en su país (piel blanca, pelo rubio y ojos azules), sino que era de tez aceitunada y con cabello oscuro. 

"Amo a los militares. Los he amado siempre y prefiero ser la amante de un oficial pobre que de un banquero rico" -frase de Mata Hari.

Su fascinación por los uniformes la hizo interesarse por un anuncio del periódico  en el que un oficial deseaba encontrar “señorita de buen carácter con fines matrimoniales”. Él se llamaba Rudolf MacLeod, y tenía 39 años. Ella tenía 18 años cuando recién casada y ya embarazada puso por primera vez los pies en las Indias Orientales Holandesas, donde ya comenzaba a fraguarse el personaje de Mata Hari. La pasión ardiente de los primeros años dio como fruto dos hijos y un estrepitoso divorcio. Conoció la fascinación de Oriente y los secretos de las danzas javanesas, que le serían muy útiles tras el naufragio de su matrimonio y la muerte de uno de sus hijos, que la empujaron a volver a Europa en 1902. 



Armada de valor y amparada en su exótico físico, se inventó una identidad y se lanzó al espectáculo en París como la bailarina Mata Hari ("ojo del alba", en javanés), especializada en danzas eróticas. Pronto creció su fama y frecuentó a hombres ricos, políticos y militares que engrosaron su lista de amantes. Entre 1904 y la Primera Guerra Mundial fue la cortesana más famosa de la época, conoció todas las ciudades de Europa y no pocos secretos de política gracias a las confidencias de alcoba. 

La vida profesional de un bailarín generalmente es corta. Mata Hari no fue una excepción a esta regla. Había empezado su carrera cuando tenía cerca de 30 años, mucho más tarde que la mayoría de los bailarines. Cuando se acercó a los 40, Mata Hari obtenía sustento de ser una cortesana en vez de una bailarina. Mata Hari desarrolló intrincadas relaciones afectivas, ya veces exclusiva con los hombres que la apoyaron en un estilo elegante. Ella parece haber sido bastante experto en el arte del placer. Curiosamente, incluso cuando ella estaba haciendo el amor, nunca estaba completamente desnuda: sus copas para el pecho se quedaban en su lugar. 



Mientras vivía con una sucesión de hombres adinerados, también hizo varios intentos de contactar con su hija. Sus cartas fueron devueltas sin abrir por Rudolph MacLeod. Mata Hari anhelaba una relación con su único hijo restante. Dado que el padre de la niña se negó a permitir que madre e hija se comunicaran, la desesperada mujer urdió un plan para secuestrar a su hija de trece años. Mata Hari tenía una sirvienta, a la cual mando a la ciudad donde vivía su hija con el padre. La sirvienta espero a la niña pero el pan se frustró puesto que Rudolpgh había ido a recogerla. 

Mata Hari y su esposo

Durante el estallido de la Primera Guerra Mundial, Mata Hari estaba actuando en Berlín, y era amante del cónsul alemán en Ámsterdam, que a su vez era jefe de espionaje de Alemania. La intriga estaba servida en bandeja de plata. Mata Hari fue propuesta como espía al servicio de los alemanes, pero el cónsul no contó con que la dama también había aceptado ser espía de los franceses, a propuesta del capitán Ladoux. Mata Hari se convierte así en la agente H-21.

En febrero de 1917, Mata Hari es arrestada y acusada de alta traición por la justicia francesa, y protagonista de un farragoso juicio, donde nunca hasta hoy ha quedado claro si realmente actuó como espía, o simplemente se dedicó a juguetear de cama en cama, con esos uniformados que tanto la atraían. Fue encarcelada en una prisión sin baños y poco higiénica  No le estaba permitido ningún cambio de ropa limpia.

Mata Hari el día de su ejecución

El final llegó a Mata Hari temprano en la mañana del 15 de octubre de 1917. Mata Hari se enfrentó a la muerte con valentía, caminar con la cabeza alta y rechazar la oferta habitual de una venda. El prisionero vio doce rifles apuntando a ella. Ella lanzó un beso a sus ejecutores. Una bala acertó en su corazón. Nadie reclamó su cadáver, así que este fue trasladado a una escuela de medicina para ser utilizado por los estudiantes.

"¿Una ramera? ¡sí!, pero una traidora, ¡jamás!" es una frase que se le atribuye a Mata Hari durante el juicio al que fue sometida.


Por una triste coincidencia, la hija de Mata Hari murió joven y repentinamente. Falleció mientras dormía, probablemente de un ataque al corazón. Sin embargo, la carrera de Mata Hari como espía fue efímera e improductiva. Ya sea o no que ella fue siempre el doble agente que se cree es muy discutible. Ella es uno de los espías más famosos de la historia, pero sus verdaderos talentos no consistían en el espionaje, sino en el arte de la seducción.


Fuentes:
Artículo: "The Execution of Mata Hari, 1917," EyeWitness to History, www.eyewitnesstohistory.com (2005).

http://www.mata-hari.com

http://www.muyinteresante.es/

2 nov 2013

Abelardo y Eloísa



Abelardo nació en 1079 en Le Pallet, Bretaña, una aldea próxima a Nantes. Berengario, su padre, era una persona culta e ilustre que pudo proporcionar una educación esmerada a su hijo. Siendo muy joven, Abelardo estaba destinado a la carrera militar, que luego abandono por su pasión por el estudio. A los 20 años, Abelardo se marchó a París, donde había una famosa escuela episcopal dirigida por Guillermo de Champeaux. 

En el año 1117 se convirtió en tutor de Eloísa, una bella joven de talento excepcional, sobrina de Fulberto, canónigo de París. Había nacido en 1101 y ella tenía entonces 17 años. Aquella mujer prefería mantenerse alejada de la frivolidad y así poder dedicarse enteramente al estudio. Abelardo encontró en ella a su alma gemela. Abelardo y Eloísa se enamoraron y mantuvieron una relación en secreto. Cuando Eloísa quedó embarazada, Abelardo decidió raptarla por temor a las represalias del tío de la joven. La condujo a Bretaña, donde ambos se casaron y tuvieron a un niño llamado Astrolabio. 



Pero cuando la pareja regresó a París, Fulberto lo esperaba para ejecutar su venganza: mutilo al amante de su sobrina. Eloísa, por su parte, tomaría los hábitos en la abadía de Saint-Argenteuil y Abelardo ingresaría en el convento de Saint-Denis. 

Su primera obra publicada es un tratado sobre la Trinidad (1121), que fue condenada y quemada por un concilio católico de Soissons en ese mismo año. Abelardo fue un hombre que se gano muchos conflictos debido a su razonamiento teológico  Más adelante, abandonaría el claustro para dedicarse nuevamente a la enseñanza y al debate filosófico, aumentando su fama y con ello, la cantidad de seguidores y adversarios. Abelardo, debido a sus ideas, fue rechazado por los monjes de Saint-Denis, por lo que se retiró a la diócesis de Troyes donde se comprometió con una vida austera y rigurosa. Allí fundó la escuela del Paracleto. Durante el Concilio de Sens, en 1140, Bernando de Claraval, que considera poco respetuosos los métodos dialécticos de Abelardo, logro que este fuera condenado por sus escritos.

Abelardo y Eloísa siempre se mantuvieron contactados mediante cartas de amor. Este es un fragmento de una de las cartas de Eloísa: "...el tiempo, que todo consume, no ha podido destruir el odio de estos contra ti, y tu virtud se ve aún perseguida, prometo publicar nuestras desgracias en diferentes idiomas para avergonzar al siglo injusto que no te ha conocido: nada omitiré...". Hay una frase en una de las cartas de Abelardo, que dice: "Hice voto de olvidarte, y sólo he olvidado el voto". 


Sepulcro de Abelardo y Eloísa

Abelardo murió en la abadía de Saint-Marcel, en Chalon-sur-Saône, el 21 de abril de 1142. Su amada reclamó su cuerpo. Eloísa murió en 1163. Fue en 1808 cuando los restos de ambos amantes pudieron descansar juntos. Y en el año 1817 sus restos fueron trasladados al cementerio de Père-Lachaise de París. Abelardo y Eloísa, ambos conocidos por su erudición, nunca dejaron de lado el amor que sentían.