30 dic 2013

El atuendo de la reina Elizabeth I

La reina Isabel I de Inglaterra era muy cuidadosa con su imagen personal. Con su aspecto debía representar a una Inglaterra imponente. Ella era un símbolo de la nación inglesa. Debe recordarse que Enrique VIII buscaba transmitir una imagen de poder y realeza. 


Guardarropa
La reina Elizabeth es famosa por su magnífico guardarropa. Se dice que ella poseía 3.000 vestidos, aunque muchos de ellos eran regalos que nunca fueron usados. A medida que envejecía, sus trajes se hicieron cada vez más espectaculares. Sus collares y gorgueras almidonadas crecieron, e incluso en la vejez, disfrutó con vestidos muy escotados. Los vestidos de Elizabeth fueron hechos con los materiales más finos (seda, terciopelo, tafetán, o de tela de oro) y eran cubiertos con piedras preciosas, perlas y bordados de oro y plata. 
Debajo de sus prendas, ella llevaba una camisa de lino fino para proteger sus vestidos (que nunca podrían ser lavados) de la transpiración. La reina también era atada con un corsé de hueso de ballena, y llevaba una enagua rígida conocida como miriñaque, haciendo que caminar y sentarse fuera desafío. Las medias de Elizabeth eran de seda (la mayor parte de sus súbditos tenían medias de lana) y su zapatero real le hacía un nuevo par de zapatos cada semana.

Maquillaje y pelucas
La práctica de Elizabeth de enyesar su rostro con maquillaje se remonta a su temprana edad media. Su ataque de viruela, cuando ella tenía 29 años, le había dejado con las mejillas llenas de cicatrices de forma permanente y -se informó- en parte calva. Después de su recuperación, ella adoptó una nueva forma de presentarse ante el mundo. En lugar del estilo natural de sus veinte años, ella ahora llevaba mucho maquillaje y una serie de elaboradas pelucas y postizos.



Las damas isabelinas comúnmente se aplicaban un "blanqueamiento" de loción para la cara y los pechos. Este compuesto se hace a menudo de albayalde, una mezcla de vinagre y el plomo blanco, que tuvo el indeseable efecto secundario de la intoxicación. Otras lociones que blanquean se hicieron a partir de cáscara de huevo en polvo, semillas de amapola y bórax. Los labios y las mejillas enrojecidas usando colorantes naturales como la rubia, la cochinilla y el ocre, pero bermellón (sulfuro de mercurio) era la opción más popular para las damas de la corte. Las mujeres insertaban gotas de belladona en los ojos para hacerlos brillantes y esbozaban sus párpados con antimonio en polvo. 

Las cejas fueron arrancadas para formar un arco alto y también se arrancaban el pelo para crear una frente alta. Las pelucas y postizos eran rizados y conformados en estilos elaborados y adornados con perlas y otras joyas. Las pelucas fueron hechas de cabello humano, y las chicas eran advertidas sobre cubrir su cabello al caminar por la ciudad en la noche.




Fuente:
Bingham, Jane: The Tudors, Metro Books, New York.

19 dic 2013

El Chateau Blanc de 1524


Este evento fue celebrado en el mes de diciembre, así que es un artículo muy acorde a la fecha. Algunos historiadores creen que fue en esta celebración donde Enrique VIII se fijo por primera vez en Ana Bolena.

En el otoño de 1524, sólo había un tema de conversación en la Corte. Un grupo de quince jóvenes habían conseguido el permiso del rey para montar una nueva forma de entretenimiento para la temporada de Navidad. Ellos construían un castillo simulado a sus propias especificaciones en las yardas en Greenwich y lo defendían contra todos los recién llegados. También ofrecieron formas convencionales de combate para cumplir desafíos: la justa, el torneo y la lucha en las barreras.


El desafío fue proclamado formalmente en la Gran Cámara de la Reina en Greenwich en el día de Santo Tomás, 21 de diciembre. El heraldo explicó que el rey le había dado la custodia del castillo, románticamente titulado el Castillo de Lealtad o el Chateau Blanc (el Castillo Blanco) a cuatro "doncellas" de la corte. No se dan a conocer sus nombres. Pero una pudo haber sido Ana Bolena. Las cuatro doncellas, continuo el heraldo, a su vez habían encargado la protección del castillo a quince defensores. Cabe destacar, que entre los defensores estaba Thomas Wyatt. Igualmente destacan entre los atacantes, que se pretendía, debía estar Henry Percy. El 19 de noviembre, Percy escribió una carta a su cuñado, lord Clifford. Percy le dijo que "el rey ha nombrado que yo sea uno de ellos, que deberán asaltar al Castillo de la Lealtad".


El primero de la caballería regular, sin embargo, siguió adelante como estaba previsto, el 29 de diciembre. Seis defensores del castillo cabalgaron totalmente armados por el puente levadizo a la yarda. Pero, antes de que pudieran cumplir con su promesa de cumplir con todos los recién llegados, se produjo una súbita interrupción. Dos damas que caminaron en dirección de dos caballeros ancianos. Los caballeros tenían falsos cabellos y barbas de plata, sombreros y ropas de damasco morado. Cuando llegaron delante de la reina Catalina y sus damas de honor, las dos mujeres presentaron una petición en nombre de los dos caballeros de edad. Aunque la juventud los había dejado, solicitaban permiso para romper lanzas. La reina y sus damas, después de leer la petición, alabaron la valentía de los dos ancianos caballeros y amablemente les dio permiso para competir. Entonces los caballeros tiraron sus ropas para revelarse como el rey y el duque de Suffolk. La inesperada aparición de Enrique y su amigo era un pedazo de drama calculado (una obra de teatro dentro del teatro que transformó el significado de todo el evento).


Lo que había comenzado como el debut de una nueva generación en la corte se convirtió en una batalla entre Juventud y Edad. Los defensores del Castillo Blanco de la Lealtad eran meros mozalbetes, de edades comprendidas entre los veinte años. En contraste, Enrique, de treinta y tres años, y Suffolk de treinta y nueve años de edad, eran hombres en la flor de la vida.  El teatro de su entrada (el disfraz de las barbas y pelucas de plata, sus trajes extravagantes, su petición a reina Catalina) aumentaron contraste con los defensores juveniles. También hizo que su eventual triunfo fuera más dulce.


Pero Enrique procedió a atacar a sus oponentes. Sus observadores se asombraron "porque veían que sus lanzas se rompieron con más fuerza que las demás lanzas ". En el combate subsiguiente con espadas era Anthony Browne, de veinticuatro años de edad, quien se sintió toda la fuerza del ataque del rey. Enrique lanzó un asalto furioso que casi le corto la pieza de armadura defensiva para el cuello.

Enrique VIII y Ana Bolena


¿La presencia de alguna mujer habrá motivado esa fuerza extra en el rey? El oponente en el torneo, Anthony Browne, había sido residente en la corte francesa durante los últimos años de Ana Bolena en ese lugar. No hay ninguna sugerencia de intimidad entre Browne y Ana Bolena. Pero con algunos de los otros participantes, era una historia diferente. Como hemos visto, uno de los defensores del castillo fue Thomas Wyatt, ahora autoproclamado como devoto seguidor de Ana, y uno de los candidatos propuestos para atacar el castillo fue Percy, su prometido en secreto.



Fuente:
Starkey, David: Six Wives, Harper, New York, 2004.

17 dic 2013

Entre las esposas de Enrique VIII, ¿quién fue la más bella?



Una pregunta complicada, ya que la belleza es subjetiva. Todos tenemos una idea distinta acerca del atractivo físico. Mucho depende también el tiempo y lugar, pues los cánones de belleza cambian. Por ejemplo, yo vivo en México, donde una mujer rubia es considerada más guapa por el hecho de que no es común encontrar una persona con tales características. 



Catalina de Aragón era muy hermosa en su juventud. Su tez era blanca y sonrosada. Su cabello rubio rojizo y ojos azules fueron muy apreciados por sus contemporáneos. Sin embargo, era muy robusta y su corta estatura no ayudaba en nada a contrarrestar ese defecto. En cuanto a su personalidad, la podriamos definir con estas palabras: humilde, leal, devota, digna y estricta. No obstante, para cuando Catalina rivalizó con Ana Bolena, ya no era joven y su belleza había menguado. Es curioso que pocas películas son fieles al aspecto de Catalina. Sabemos que era española, pero era rubia. Maria Doyle es de cabello oscuro y lo mismo ocurre con Irene Papas ocurre lo mismo. Con respecto a Assumpta Serna, no recuerdo su actuación porque vi la serie hace mucho pero con respecto a su aspecto, ni es rubia y le saca casi una cabeza a Ana Bolena (cuando en realidad era al revés).



En cuanto a Ana Bolena, su aspecto físico fue tema de controversia. Aunque no es creíble que una mujer pretendida por los hombres tuviera verrugas y deformidades, como la describía el católico Sander. En Inglaterra eran comunes las mujeres de pelo rubio y ojos azules, por lo que Ana Bolena destacaba con sus ojos oscuros y cabello negro. Su tez era aceitunada y su porte elegante. Genevieve Bujold personifica a la perfección la actitud de Ana, una combinación de crueldad y dulzura. También la interpretación de Charlotte Rampling se me hace una de las más cercanas a la verdadera reina Ana. 


Jane Seymour, a pesar de ser el tipo de mujer aceptado en la época, no fue descrita como una gran belleza. El embajador Chapuys, quien simpatizaba con Jane, no la consideraba guapa. Era rubia y blanca, pero no con las saludables mejillas sonrosadas de una joven Catalina de Aragón, sino pálida. Era de ojos claros y nariz prominente. Fue una joven tímida, conservadora y dócil. Cuando pienso en Jane Seymour, de inmediato se me viene a la mente la imagen de Anita Briem (de Los Tudor) ataviada de blanco y bajando por las escaleras tímidamente. O también la actriz Jane Asher, para algunos insípida pero con una apariencia inofensiva.


La apariencia de Ana de Cleves es la más nebulosa, se podría decir. En el cine la representan con cabello oscuro, a veces claro. En la serie de Los Tudor es interpretada por una muchacha bonita. Algo que he visto en los libros donde aparece Ana, es que era muy fornida y alta en comparación con las anteriores esposas del rey. Y al parecer, su tez estaba picada por la viruela, algo que desagrado a Enrique VIII. Pero hay que tomar en cuenta que nadie más describió a Ana como fea. El embajador Marillac la califico como una "mediana belleza". Pero aquí es cuando nos damos cuenta de que poseer un buen físico no es lo único que basta para una atracción. Sin duda, Ana tenía muchas cualidades. Es descrita como una dama generosa. Pero sus talentos y habilidades no estaban al alcance del gusto del rey. Ella provenía de una corte humanista, pero lamentablemente su madre no permitió que recibiera una educación completa. 



Hubo quien considero que Catalina Howard era la más bella entre las mujeres del rey Enrique. Ella no era precisamente una beldad rubia de ojos azules pero si estaba más apegada a ese ideal de belleza, en comparación con su prima Ana. Su pelo era castaño, sus ojos oscuros y su piel muy blanca, casi pálida. La miniatura de Holbein, el retrato más exacto de Catalina, demuestra a una joven con expresión burlona y ojos muy separados. Sin embargo, hay otro retrato que describe a Catalina con pelo rubio castaño y ojos grises. En cuanto a su estatura, era muy baja y pequeña (no estoy segura si tanto como Catalina de Aragón). Pero tenía un rostro adorable. En cuanto a su forma de ser, era desenvuelta. Se podría decir que era una amante de los placeres, al igual que su prima Ana Bolena, aunque sin poseer el intelecto de Ana. 


Hay quienes creen que Ana de Cleves fue la esposa menos atractiva, cuando la verdad es que Catalina Parr fue la única a la cual nadie describió como guapa. Era de cabello castaño, frente ancha y buen porte, pues era muy alta. De hecho fue la más alta entre las seis. Parece ser que casi todo el atractivo de Catalina Parr residía en su personalidad. También podría ser que cuando Catalina entró en la escena real ya no era la belleza que fue en su juventud. 


A pesar de que cada una tenía lo suyo, para mí la más atractiva fue Ana Bolena. Catalina Howard la más bonita. Jane Seymour la menos atractiva y Catalina Parr la menos bella. Aunque a mí me interesa más conocer la opinión de ustedes.


16 dic 2013

Hace 528 años nació una princesa española: Catalina de Aragón

Como dice el título, hace 528 años nació una princesa española que pasaría a la historia como la primera esposa de Enrique VIII, Catalina de Aragón. Una mujer cuya determinación y valor conquisto el corazón del pueblo inglés. 


Catalina de Aragón nació el 16 de diciembre 1485. Su madre, la reina guerrera Isabel de Castilla, había pasado la mayor parte de su embarazo en la campaña contra los moros (habitantes islámicos aún independientes de la parte sur de España), en lugar de en el retiro propio de una dama. Después se retiró a Alcalá de Henares, donde nació la niña. El bebé llevaría el nombre de Catalina, por la abuela inglesa de su madre, que era hija de Juan de Gante, duque de Lancaster. Ella era de pelo dorado rojizo, piel blanca y ojos azules brillantes. 

El estilo inglés en su nombre y en su aspecto resultaron proféticos. Después de una infancia feliz y segura, la vida de Catalina se convirtió en una serie de luchas: conseguir un matrimonio, tener un hijo y, sobre todo, proteger su matrimonio y a su hija. 



Ella era hija, no de uno, sino de dos monarcas reinantes, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, los Reyes Católicos, título que les otorgó el Papa. De niña Catalina tuvo la imagen no sólo de un rey y una reina que cumplían sus deberes, sino también la de una familia real floreciente. 



Los primeros años de la infancia de Catalina fueron de aventura y a veces arduos, como lo había sido el embarazo de su madre. La corte de Isabel seguía siendo poco más que un campamento. Ella creció con el trasfondo del éxito militar. Debe recordarse que años después, Catalina imitaría a su madre durante la batalla de Flodden Field.



15 dic 2013

¿Fue Ana de Cleves una "yegua de Flandes?

Ana de Cleves ha pasado a la historia con el estereotipo de la esposa fea de Enrique VIII.


Empezaremos con el cuadro pintado por Holbein. No es muy creíble que el pintor se hubiese arriesgado a esbozar un retrato falso. Pero puede ser que debido a la posición de frente de la modelo se haya ocultado involuntariamente un defecto: una prominente nariz. Aunque en aquel entonces las narices largas no eran mal vistas, un ejemplo de ello es Jane Seymour. 

Somos afortunados al tener una descripción imparcial de primera mano, escrita sólo unos pocos días más tarde por el embajador francés, Charles de Marillac, respecto de su belleza o su fealdad. Ana de Cleves parecía tener treinta años, escribió él (en realidad, contaba veinticuatro), era alta y delgada, "de belleza mediana, con un semblante decidido y resuelto". La dama no era tan hermosa como la gente había afirmado, ni tan joven, pero había "una firmeza de propósito en su cara que contrastaba su falta de belleza". -de Las seis esposas de Enrique VIII, Antonia Fraser 

Y hay que tomar en cuenta que el término "belleza mediana", fue el mismo que se empleó con Catalina Howard. Aunque claro que la joven flamenca no poseía la frescura ni las prendas francesas de su sucesora. Otra cosa que cabe destacar es que Enrique VIII era aficionado a la música y estaba acostumbrado a mujeres talentosas (Catalina de Aragón y Ana Bolena eran un claro ejemplo), pero Ana de Cleves no era capaz de hablar en ningún otro idioma más que el propio.

Lo más probable es que Enrique se formará unas expectativas muy altas con respecto a su futura consorte. A diferencia de sus anteriores esposas (y las posteriores a Ana de Cleves), su cuarta esposa era una completa desconocida para el rey en el momento de la boda. Pero después de la anulación de su matrimonio, cuando Enrique ya estaba casado con Catalina, él mismo opino que Ana tenía un grato semblante. Y cuando Catalina Howard fue decapitada, la mujer que se convirtió en la sexta esposa de Enrique, Catalina Parr, era considerada menos bonita que Ana de Cleves. Catalina ni siquiera se le dio el calificativo de "belleza mediana". 





El collar de Ana Bolena

Todos los que hemos leído acerca de Ana Bolena conocemos este collar. Era como un distintivo de la desdichada reina, e incluso aparece en su retrato más famoso. No sabemos a donde fue a parar el collar tras la muerte de Ana. Hay quienes creen que fueron dados a su hija, Isabel Tudor. También es posible que Enrique se apropiara de las joyas de Ana para dárselas a Jane Seymour. Existe la creencia de que las perlas forman parte de la corona de Isabel II aunque no es algo comprobado. 



Lo más probable es que Enrique las hubiese recuperado. Hay que recordar que a la muerte de Catalina de Aragón, el rey se apropio de algunas pertenencias. Aunque me gustaría pensar que si el libro de horas de Ana Bolena sobrevivió hasta nuestros días, con el collar hubiese ocurrido lo mismo.

Las perlas del collar parecen ser esféricas y de tamaño uniforme como en los collares de perlas modernos. Podemos suponer que el color de las perlas debía ser uniforme, probablemente blanco, que era el color más buscado en las perlas. Sin embargo, hay que recordar que el aspecto del collar es una impresión artística.

Aparte de las perlas en el collar, también hay otras perlas en el retrato de la reina Ana Bolena. Hay 16 pares de perlas fijadas a lo largo de la línea del cuello inferior de su vestido. En cuanto al tocado, también estado adornado con dos filas de perlas uniformes. No se sabe si son perlas naturales o de vidrio, pero cabe destacar que la reina Isabel I también era muy adepta a las perlas, al igual que su madre.


Fuente:
http://www.internetstones.com

7 nov 2013

Mata Hari, el icono de la seducción




Mata Hari es un personaje controvertido, intrigante y, sobre todo, apasionante. Su verdadero nombre fue Margaretha Zelle. Nació el 7 de agosto de 1876. Era hija de un modesto sombrerero holandés, de quien heredo el orgullo y la ambición. Su belleza e indiscutible capacidad de seducción, constituyeron sin duda su mejor arma para conseguir todo lo que quería. Mata Hari no tenía el físico común en su país (piel blanca, pelo rubio y ojos azules), sino que era de tez aceitunada y con cabello oscuro. 

"Amo a los militares. Los he amado siempre y prefiero ser la amante de un oficial pobre que de un banquero rico" -frase de Mata Hari.

Su fascinación por los uniformes la hizo interesarse por un anuncio del periódico  en el que un oficial deseaba encontrar “señorita de buen carácter con fines matrimoniales”. Él se llamaba Rudolf MacLeod, y tenía 39 años. Ella tenía 18 años cuando recién casada y ya embarazada puso por primera vez los pies en las Indias Orientales Holandesas, donde ya comenzaba a fraguarse el personaje de Mata Hari. La pasión ardiente de los primeros años dio como fruto dos hijos y un estrepitoso divorcio. Conoció la fascinación de Oriente y los secretos de las danzas javanesas, que le serían muy útiles tras el naufragio de su matrimonio y la muerte de uno de sus hijos, que la empujaron a volver a Europa en 1902. 



Armada de valor y amparada en su exótico físico, se inventó una identidad y se lanzó al espectáculo en París como la bailarina Mata Hari ("ojo del alba", en javanés), especializada en danzas eróticas. Pronto creció su fama y frecuentó a hombres ricos, políticos y militares que engrosaron su lista de amantes. Entre 1904 y la Primera Guerra Mundial fue la cortesana más famosa de la época, conoció todas las ciudades de Europa y no pocos secretos de política gracias a las confidencias de alcoba. 

La vida profesional de un bailarín generalmente es corta. Mata Hari no fue una excepción a esta regla. Había empezado su carrera cuando tenía cerca de 30 años, mucho más tarde que la mayoría de los bailarines. Cuando se acercó a los 40, Mata Hari obtenía sustento de ser una cortesana en vez de una bailarina. Mata Hari desarrolló intrincadas relaciones afectivas, ya veces exclusiva con los hombres que la apoyaron en un estilo elegante. Ella parece haber sido bastante experto en el arte del placer. Curiosamente, incluso cuando ella estaba haciendo el amor, nunca estaba completamente desnuda: sus copas para el pecho se quedaban en su lugar. 



Mientras vivía con una sucesión de hombres adinerados, también hizo varios intentos de contactar con su hija. Sus cartas fueron devueltas sin abrir por Rudolph MacLeod. Mata Hari anhelaba una relación con su único hijo restante. Dado que el padre de la niña se negó a permitir que madre e hija se comunicaran, la desesperada mujer urdió un plan para secuestrar a su hija de trece años. Mata Hari tenía una sirvienta, a la cual mando a la ciudad donde vivía su hija con el padre. La sirvienta espero a la niña pero el pan se frustró puesto que Rudolpgh había ido a recogerla. 

Mata Hari y su esposo

Durante el estallido de la Primera Guerra Mundial, Mata Hari estaba actuando en Berlín, y era amante del cónsul alemán en Ámsterdam, que a su vez era jefe de espionaje de Alemania. La intriga estaba servida en bandeja de plata. Mata Hari fue propuesta como espía al servicio de los alemanes, pero el cónsul no contó con que la dama también había aceptado ser espía de los franceses, a propuesta del capitán Ladoux. Mata Hari se convierte así en la agente H-21.

En febrero de 1917, Mata Hari es arrestada y acusada de alta traición por la justicia francesa, y protagonista de un farragoso juicio, donde nunca hasta hoy ha quedado claro si realmente actuó como espía, o simplemente se dedicó a juguetear de cama en cama, con esos uniformados que tanto la atraían. Fue encarcelada en una prisión sin baños y poco higiénica  No le estaba permitido ningún cambio de ropa limpia.

Mata Hari el día de su ejecución

El final llegó a Mata Hari temprano en la mañana del 15 de octubre de 1917. Mata Hari se enfrentó a la muerte con valentía, caminar con la cabeza alta y rechazar la oferta habitual de una venda. El prisionero vio doce rifles apuntando a ella. Ella lanzó un beso a sus ejecutores. Una bala acertó en su corazón. Nadie reclamó su cadáver, así que este fue trasladado a una escuela de medicina para ser utilizado por los estudiantes.

"¿Una ramera? ¡sí!, pero una traidora, ¡jamás!" es una frase que se le atribuye a Mata Hari durante el juicio al que fue sometida.


Por una triste coincidencia, la hija de Mata Hari murió joven y repentinamente. Falleció mientras dormía, probablemente de un ataque al corazón. Sin embargo, la carrera de Mata Hari como espía fue efímera e improductiva. Ya sea o no que ella fue siempre el doble agente que se cree es muy discutible. Ella es uno de los espías más famosos de la historia, pero sus verdaderos talentos no consistían en el espionaje, sino en el arte de la seducción.


Fuentes:
Artículo: "The Execution of Mata Hari, 1917," EyeWitness to History, www.eyewitnesstohistory.com (2005).

http://www.mata-hari.com

http://www.muyinteresante.es/

2 nov 2013

Abelardo y Eloísa



Abelardo nació en 1079 en Le Pallet, Bretaña, una aldea próxima a Nantes. Berengario, su padre, era una persona culta e ilustre que pudo proporcionar una educación esmerada a su hijo. Siendo muy joven, Abelardo estaba destinado a la carrera militar, que luego abandono por su pasión por el estudio. A los 20 años, Abelardo se marchó a París, donde había una famosa escuela episcopal dirigida por Guillermo de Champeaux. 

En el año 1117 se convirtió en tutor de Eloísa, una bella joven de talento excepcional, sobrina de Fulberto, canónigo de París. Había nacido en 1101 y ella tenía entonces 17 años. Aquella mujer prefería mantenerse alejada de la frivolidad y así poder dedicarse enteramente al estudio. Abelardo encontró en ella a su alma gemela. Abelardo y Eloísa se enamoraron y mantuvieron una relación en secreto. Cuando Eloísa quedó embarazada, Abelardo decidió raptarla por temor a las represalias del tío de la joven. La condujo a Bretaña, donde ambos se casaron y tuvieron a un niño llamado Astrolabio. 



Pero cuando la pareja regresó a París, Fulberto lo esperaba para ejecutar su venganza: mutilo al amante de su sobrina. Eloísa, por su parte, tomaría los hábitos en la abadía de Saint-Argenteuil y Abelardo ingresaría en el convento de Saint-Denis. 

Su primera obra publicada es un tratado sobre la Trinidad (1121), que fue condenada y quemada por un concilio católico de Soissons en ese mismo año. Abelardo fue un hombre que se gano muchos conflictos debido a su razonamiento teológico  Más adelante, abandonaría el claustro para dedicarse nuevamente a la enseñanza y al debate filosófico, aumentando su fama y con ello, la cantidad de seguidores y adversarios. Abelardo, debido a sus ideas, fue rechazado por los monjes de Saint-Denis, por lo que se retiró a la diócesis de Troyes donde se comprometió con una vida austera y rigurosa. Allí fundó la escuela del Paracleto. Durante el Concilio de Sens, en 1140, Bernando de Claraval, que considera poco respetuosos los métodos dialécticos de Abelardo, logro que este fuera condenado por sus escritos.

Abelardo y Eloísa siempre se mantuvieron contactados mediante cartas de amor. Este es un fragmento de una de las cartas de Eloísa: "...el tiempo, que todo consume, no ha podido destruir el odio de estos contra ti, y tu virtud se ve aún perseguida, prometo publicar nuestras desgracias en diferentes idiomas para avergonzar al siglo injusto que no te ha conocido: nada omitiré...". Hay una frase en una de las cartas de Abelardo, que dice: "Hice voto de olvidarte, y sólo he olvidado el voto". 


Sepulcro de Abelardo y Eloísa

Abelardo murió en la abadía de Saint-Marcel, en Chalon-sur-Saône, el 21 de abril de 1142. Su amada reclamó su cuerpo. Eloísa murió en 1163. Fue en 1808 cuando los restos de ambos amantes pudieron descansar juntos. Y en el año 1817 sus restos fueron trasladados al cementerio de Père-Lachaise de París. Abelardo y Eloísa, ambos conocidos por su erudición, nunca dejaron de lado el amor que sentían.

14 oct 2013

Isabel Howard, la madre de una reina consorte

Posible retrato de Isabel Howard (más a menudo asociado a Ana Bolena), XVI, autor desconocido. Dudo que corresponda a cualquiera de las dos, pero lo usare para ilustrar el artículo.

Isabel Howard nació en 1480 (probablemente en el castillo de Arundel, en Sussex) en el seno de una prestigiosa familia ducal, los Howard. Su padre fue Thomas Howard, segundo duque de Norfolk, y su madre Elizabeth Tilney. Era descendiente del rey Eduardo I y su esposa, Margarita de Francia. 

La joven Isabel era muy bonita. En sus versos dedicados "a mi lady Elizabeth Howard", el poeta de la corte, John Skelton la comparó con la mítica belleza troyana, Crésida: (Weir, 2011, p. 9 y 10)
To be your remembrancer, Madam, I am bound:
Like unto Irene maidenly of port,
Of virtue and cunning the well and perfect ground,
Whom Dame Nature, as well I may report,
Hath freshly enbeautied with many a goodly sort
Of womanly features: whose flourishing tender age
Is lusty to look on, pleasant, demure and sage.
Goodly Cressida, fairer than Polyxena,
For to envy Pandarus' appetite;
Troilus, I vow, if that he had you seen,
In you he would have set his whole delight:
Of all your beauty I suffice not to write,
But, as I said, your flourishing tender age
Is lusty to look on, pleasant, demure and sage.
El poema en el que aparecen estos versos, "La guirnalda del laurel" (1523), Skelton describe una visita que hizo al castillo Sheriff Hutton como invitado del padre de Isabel. Aunque la versión final se escribió en 1523, la evidencia interna en el poema sugiere que fue compuesto originalmente en 1495. La condesa de Surrey, Isabel Tylney, estaba tan impresionada con la poesía de Skelton que, a instancias de ella, sus hijas, lady Isabel y lady Muriel, con algunas otras damas, entre ellas Margery Wentworth (más tarde lady Seymour), le hicieron una guirnalda de seda, oro y perlas de laureado en honor a su talento. Nadie podría haber soñado que estas dos jóvenes darían a luz a futuras reinas de Inglaterra: Jane Seymour y Ana Bolena. (Weir, p. 10)
Crésida

Isabel contrajo matrimonio en 1498. ¿Cómo es que Thomas Bolena logró casarse con una mujer nacida en una de las principales familias de Inglaterra? Se debe a que, en ese entonces, los Howard estaban desfavorecidos. El abuelo de Isabel, John, primer duque de Norfolk, muerto en batalla, había sido leal a Ricardo III. Por lo tanto, considerando las circunstancias, no era un matrimonio desigual. (Kelly, 2009, p. 51 y 52)

Aunque la unión con Isabel era socialmente prestigiosa, no debió ser lucrativa. Debido al revés sufrido por los Howard, su dote pudo no ser sustanciosa. Además demostró ser una esposa muy fértil, lo que limitó los recursos de Tomás. En julio de 1536, en una carta al secretario principal de Enrique VIII, Thomas Cromwell, recordó: "Cuando me casé, solo tenía £ 50 [casi £ 25,000] al año para vivir para mí y mi esposa, mientras vivió mi padre, y aun así ella me daba un hijo cada año". (Weir, p. 11)

Solo tres hijos sobrevivieron a la infancia: María (1499), Ana (1501/1507) y Jorge (1504). Dos hijos más, Tomás, enterrado en la iglesia de Penshurst, Kent, y Enrique, quien descansa en la iglesia de Hever. Se desconoce la fecha en la que nacieron y murieron estos dos hijos que no llegaron a la adultez, pero podemos inferir que nacieron antes que Jorge, ya que llevaban el nombre de su padre y del rey. Alison Weir sostiene que una maternidad constante hace dudosas las afirmaciones de que Isabel fue dama de la reina Isabel de York.

Tomás Bolena fue escalando en la corte. Estuvo presente en la boda de Arturo Tudor y Catalina de Aragón. También fue parte de la escolta que acompañó a la princesa Margarita a Escocia por motivo de su boda con Jacobo IV. En 1520, Isabel acompaño a su marido en el Campo de la Tela de Oro de 1520, aunque no hay evidencia de que tuviera un puesto fijo en la corte de la reina Catalina.

De acuerdo con Reginald Pole, un opositor del segundo matrimonio de Enrique VIII, fray William Peto mencionó que el rey se había involucrado con María Bolena y su madre. Sin embargo, cuando se acusó a Enrique de haber yacido con la madre y sus dos hijas, él respondió: "Nunca con la madre". Nicholas Sander fue tan lejos como para afirmar que la misma Ana era producto del amorío entre Isabel Howard y Enrique VIII, ya que fue concebida mientras Tomás estaba en Francia. Adam Blackwood, un defensor de María Estuardo, recurrió al chisme sobre la paternidad de Ana para atacar a la reina Isabel I. 

Alison Weir sugiere que pudo tener una mala reputación. Menciona tres razones: la comparación con Crésida en el poema de Skelton, quien aparece en la literatura medieval como una representación de la inconstancia femenina, pues le jura amor eterno a Troilo, pero luego se convierte en amante de Diomedes; lo extraño que resulta que la esposa de un cortesano tan prometedor como Tomás no haya formado parte del séquito de la reina; y el hecho de que toda su descendencia se hizo notoria de una forma u otra por la inmoralidad sexual, podría sugerir que ella misma les había dado un mal ejemplo por su moralidad floja. (Weir, p. 36)

Es probable que el chisme haya surgido de una confusión con Elizabeth Blount. 


Se cree que Isabel tuvo una relación más cercana con Ana. Durante los seis años de relación con el rey Enrique, Isabel acompañó a su hija como chaperona. En el libro La Otra Chica Bolena, es representada como una madre cruel y distante. Pero Isabel, al permanecer en el hogar, convivió más con sus hijos, en comparación con Tomás. Cuando Ana fue enviada a la Torre, se lamentó por su madre, temiendo que muriera de pena cuando escuchará la noticia del arresto.

 

Isabel se retiró de la corte tras la caída en desgracia de su familia. Murió el 3 de abril de 1538. Hay un registro en abril de 1536 en el que mencionan que Isabel estaba muy enferma de tos, aunque no es seguro que esa misma enfermedad le haya quitado la vida en 1538. Fue enterrada en la capilla de la familia Howard, en St. Mary, en Lambeth. 

Se especula que hubo un distanciamiento entre Isabel y Tomás después de las ejecuciones de sus hijos, ya que fueron enterrados en lugares distintos, contrario a la costumbre. En la novela de Jean Plaidy, "La dama de la Torre", se menciona que Ana tiene una madrastra. Es probable que Plaidy se basará en el trabajo de Agnes Strickland, quien fue la primera en mencionar que Isabel Howard murió en 1512. Es una teoría que ha sido descartada; se sabe que Muriel, hermana de Isabel, murió en 1512 y posiblemente confundieron a las hermanas.



Referencias
Kelly, H. (2009) The mistresses of Henry VIII. Gran Bretaña: The History Press. Disponible en https://archive.org/details/mistressesofhenr0000hart [12/06/20]

Weir,  A. (2011) Mary Boleyn. Nueva York: Ballantine Books. Disponible en: https://archive.org/details/maryboleynmistre00weir/mode/1up?q=skelton [12/06/20]

9 sept 2013

Isabel de York

Hija, hermana, esposa, madre y abuela de reyes ingleses


Nacimiento y primeros años de una princesa York
Isabel de York nació el 11 de febrero de 1466, en Westminster. Fue hija primogénita de Eduardo IV e Isabel Woodville. El rey, por supuesto, esperaba un varón; pero apenas era la primera entre diez vástagos. Fue bautizada por George Neville, arzobispo de York. Sus padrinos fueron Richard Neville, conde de Warwick, y sus abuelas, Cecily Neville y Jacquetta de Luxemburgo. 

A pesar de que solo había tenido una hija, Isabel Woodville contó con una ceremonia de gran magnificencia a fines de marzo. Dicha ceremonia consistía en un servicio de purificación que marcaba su regreso a la sociedad después de su confinamiento. Muchos sacerdotes con reliquias y eruditos cantando conformaban el séquito, así como una gran compañía de damas de Londres y del resto del país. Después venían los trompetistas, gaiteros y músicos de instrumentos de cuerda. Luego veinticuatro heraldos, seguidos por sesenta condes y caballeros. Finalmente, la reina, que después del parto se conducía a la iglesia escoltada por dos duques y un dosel sobre ella. Detrás, su madre y sesenta damas. 1

Gabriel Tetzel informó: 
"La reina se sentó sola a la mesa en una costosa silla dorada. La madre de la reina y la hermana del rey [Ana, duquesa de Exeter] tuvieron que estar a cierta distancia. Cuando la reina habló con su madre o la hermana del rey, se arrodillaron ante ella hasta que bebió agua. No fue hasta que se preparó el primer plato antes de que la reina pudiera sentarse. Las [sesenta] damas y doncellas y todos los que servían a la reina en la mesa eran de noble cuna, y tuvieron que arrodillarse mientras la reina comiera; la comida duró tres horas. La comida que se sirvió a la reina, a la madre de la reina, a la hermana del rey y a otros fue más costosa. Todos callaron y no se habló una palabra". 2

La recién nacida sería atendida por una niñera y amamantada por una nodriza. Le fue asignada una casa señorial, que estaría bajo el mando de una institutriz, lady Berners, y por ello recibía un salario de £100 [£50,000]. El 9 de octubre de 1467, el rey otorgó a su hija de veinte meses la mansión de Great Linford, que había pertenecido a James Butler, conde de Wiltshire, quien fue ejecutado en 1461. Es poco probable que Isabel haya visitado Great Linford; el rey se la habría asignado para que las rentas de la mansión la mantuvieran durante su infancia. Lo conservó hasta 1474, cuando fue vendido a Gerard Caniziani, un comerciante de Londres. 3

El reino en el que nació Isabel era una tierra de prosperidad, según un observador italiano que escribió en 1500: "Las riquezas de Inglaterra son mayores que las de cualquier otro país de Europa. Esto se debe, en primer lugar, a la gran fertilidad del suelo, que es tal que, con la excepción del vino, no importan nada del extranjero para su subsistencia". La exportación de estaño trajo grandes sumas al reino, "pero aún más se derivan de su extraordinaria abundancia de lana. Y todos los que hacen un recorrido por la isla pronto se darán cuenta de esta gran riqueza, ya que no hay un pequeño posadero, por pobre y humilde que sea, que no sirve su mesa con platos de plata y vasos para beber, y nadie que no tenga en su casa una vajilla de plata por la cantidad de £100. Pero, sobre todo, sus riquezas se muestran en los tesoros de la iglesia ... Por lo tanto, puede imaginar lo que deben ser las decoraciones de estos monasterios benedictinos, cartujos y cistercienses enormemente ricos. Estos son, de hecho, más como palacios baroniales que casas religiosas"Y todo, por supuesto, sería barrido setenta años después del nacimiento de Isabel, por orden de su hijo. 4

La princesa Isabel se crió en la espléndida corte de Eduardo IV, que seguía el modelo de la corte borgoñona. Sin embargo, también le tocó vivir los tumultuosos años de la Guerra de las Rosas. La relación entre Eduardo y Warwick, el Hacedor de Reyes, se fue deteriorando. Warwick forjó una alianza con George, duque de Clarence y hermano del rey. El duque se casó sin consentimiento real con la hija mayor de Warwick. Ambos se rebelaron contra el rey; Eduardo fue encarcelado en 1469. Richard Woodville, abuelo materno de la princesa Isabel, y su hijo John, fueron ejecutados. Sin embargo, Eduardo fue liberado poco tiempo después.

En 1470, Warwick y Clarence huyeron a Francia. Aunque Clarence abandonó la causa de su suegro y regresó con su hermano, Warwick logró pactar con Margarita de Anjou, su antigua enemiga. El Hacedor de Reyes regresó a Inglaterra con la intención de restaurar a Enrique VI en el trono. Eduardo IV se vio obligado a refugiarse en Borgoña. Durante ese período, Isabel Woodville y sus hijas buscaron asilo en Westminster. El 2 de noviembre, en circunstancias tan inciertas, la reina dio a luz al futuro y trágico Eduardo V. En abril de 1471, Eduardo IV recuperó el trono. Su gran aliado y enemigo, a la vez, el conde de Warwick, falleció en batalla. 

Madame la Dauphine
En 1475, comenzaron las negociaciones para un matrimonio entre la princesa Isabel y el delfín Carlos, hijo de Luis XI. Considerando su papel como futura reina de Francia, Eduardo IV procuró que su hija estuviera preparada. Profesores de idiomas fueron reclutados desde Francia, Italia y España. Se emplearon eruditos en Clásicos de Oxford y expertos en caligrafía fueron traídos del Scriptorium, en la Abadía de Westminster, para instruir a Isabel en la escritura formal de la corte. Fue una educación inusual para una mujer del siglo XV, e incluso superior a la de la mayoría de los hombres que no eran educados para la Iglesia. 5

El contrato matrimonial se aprobó en 1480 y, a partir de entonces, Isabel sería llamada Madame la Dauphine. El 9 abril de 1483, el rey Eduardo murió, suceso que acabó con la relativa tranquilidad que Isabel había disfrutado durante su infancia y adolescencia. El rey Luis decidió cancelar el compromiso, ante la crisis dinástica que caería sobre Inglaterra. 6
A Isabel y su familia le esperaban más de dos años de incertidumbre.

Hermana y sobrina de reyes
Con apenas doce años, el hermano de Isabel sucede a su padre como el rey Eduardo V. Dada su minoría de edad, Ricardo de Gloucester, hermano del difunto monarca, desempeñará el cargo de Lord Protector. 
El nuevo rey se dirigió a Londres, acompañado por su tío Anthony Woodville y su medio hermano, Richard Grey. El séquito fue interceptado por Ricardo de Gloucester, quien ordenó el arresto de los dos parientes de Eduardo y un chambelán. Los tres fueron ejecutados el 25 de junio de 1483. 

El 16 de junio, el arzobispo de Canterbury ingresó al santuario de Westminster para convencer a Isabel Woodville de que permitiera a su hijo menor, el príncipe Ricardo, unirse a su hermano antes de la coronación. Los argumentos del arzobispo fueron reforzados por los hombres armados enviados por el Lord Protector, que rodeaban el santuario; la reina viuda era lo suficientemente realista como para saber que ya no podía retener al niño con ella, así que le confió su seguridad al arzobispo. Tan pronto como el príncipe Ricardo se unió al rey en la Torre, Gloucester emitió una orden judicial que canceló el llamado del parlamento a fines de junio y pospuso la coronación hasta noviembre. 7

Pocos días después de eso, el 22 de junio, el Dr. Ralph Shaa predicó un sermón en la Cruz de San Pablo, declarando que el joven rey y su hermano eran ilegítimos debido a un precontrato matrimonial del padre. Solo Commynes identifica al informante de Gloucester como Robert Stillington, obispo de Bath and Wells. El 25 de junio, el duque de Buckingham se dirigió a una reunión de señores prominentes que se habían reunido en Londres para la coronación, con la sugerencia de que se le ofreciera el trono a Ricardo de Gloucester. En este proceso, el Consejo, órgano rector del reino, no había jugado ningún papel, según Crowland. Mancini sugiere que los señores del reino, reunidos en Londres, para la coronación de Eduardo V, se sintieron intimidados por el número de hombres armados a disposición de Ricardo y Buckingham, y el destino de Hastings. El 26 de junio, el duque de Gloucester accedió al trono como Ricardo III. 8

Eduardo V y su hermano, Ricardo, conocidos como los Príncipes de la Torre, fueron vistos por última vez a finales del verano de 1483. El Titulus Regius, emitido en 1484, declaraba la invalidez del matrimonio de Eduardo IV e Isabel Woodville. Sus hijos serían ilegítimos, por lo tanto, incapaces de heredar el  trono. 

El camino al trono
La coronación de Ricardo III tuvo lugar el 6 de julio. Poco más de tres meses después, surgió la primera oposición seria, pero abortiva, en octubre de 1483. Una pequeña fuerza de invasión de Lancaster, organizada por Enrique Tudor y su tío Jasper, zarpó de Bretaña en Francia hacia GalesEsperaban unirse a los partidarios galeses y derrocar al régimen de Ricardo, pero una tormenta de invierno impidió que la flota de invasión llegará a Gales. El rey se enteró de la rebelión y derrotó fácilmente a los insurgentes galeses. Aunque el intento de invasión de octubre de 1483 fracasó, elevó a Enrique Tudor al primer rango entre los que estaban decididos a sacar al rey Ricardo de su trono. El 16 de diciembre de 1483, Enrique declaró abiertamente, en Rennes, Bretaña, su intención de invadir Inglaterra y deponer a Ricardo III. Al mismo tiempo, anunció su compromiso con Isabel de York. El segundo intento exitoso se retrasó hasta agosto de 1485. 9

Isabel Woodville, que todavía estaba en el santuario de la Abadía de Westminster, llegó a un acuerdo con la madre de Enrique, lady Margaret Beaufort. Acordaron el matrimonio entre sus hijos, con el fin de que los enemigos de Ricardo, tanto de York como de Lancaster, se unieran contra el presunto asesino de los Príncipes de la Torre.

Isabel de York, al igual que su madre y sus hermanas, permanecieron en la seguridad del santuario hasta marzo de 1484. No se sabe qué garantías dio el rey Ricardo para su regreso seguro a la corte después de casi un año en la Abadía. Sin embargo, tomó medidas para evitar el matrimonio de Isabel con Enrique. Ricardo planeó casar a Isabel con un caballero común, sir William Stillington, hijo del obispo Robert (el mismo que sacó a la luz el tema del precontrato de Eduardo IV con Eleanor Butler). Sin embargo, Stillington fue encarcelado en Normandía, donde murió. Poco después de la muerte de la reina Ana Neville, en marzo de 1485, Ricardo envió a Isabel a Sheriff Hutton, en Yorkshire. 10

Los rumores de que Ricardo planeaba casarse con su sobrina ya circulaban desde la Navidad de 1484, según el cronista de Crowland:
Además de muchas otras cosas, que no están escritas en este libro y de las cuales es penoso hablar, sin embargo, no se debe dejar de decir que durante esta fiesta de Navidad se prestó demasiada atención a cantar y bailar y a vanos intercambios de ropa entre la reina Ana y lady Isabel... que eran iguales en complexión y figura. La gente habló en contra de esto y los magnates y prelados quedaron asombrados; y muchos dijeron que el rey estaba aplicando su mente en todos los sentidos para contraer matrimonio con Isabel, ya sea después de la muerte de la reina, o por medio de un divorcio para el cual creía que tenía motivos suficientes [no hubo dispensa papal]. No vio otra forma de confirmar su corona y disipar las esperanzas de su rival. 11
Seguramente este suceso escandalizó debido a que una joven ilegítima iba vestida igual que la reina. Por otro lado, también se ha interpretado como un intento deliberado por parte de Isabel de eclipsar a su tía. No era raro que las damas de la corte usaran vestidos similares. Además, pudo ser un gesto de amabilidad por parte de la reina Ana hacia una sobrina desamparada y despojada de su título real.
 
Respecto a Ricardo, hay una tendencia a irse por los extremos, desde el monstruo descrito por Shakespeare hasta el héroe romántico de las novelas. Es difícil creer que Isabel estuviera enamorada de su tío, la persona que despojó del trono a su hermano menor. No voy a dar por hecho que él asesinó a los príncipes (es un tema que debe someterse a profundo análisis), pero lo que sí sabemos es que ordenó las ejecuciones del tío y el medio hermano de Isabel. Si bien, no podemos estar seguros de que esto haya despertado un sentimiento de odio en la joven (dada su naturaleza gentil y considerando el contexto de frecuentes luchas de poder), es probable que desconfiara de quien fue el hermano más cercano a su padre. No hay que olvidar que fue Ricardo quien declaró la ilegitimidad de Isabel y sus hermanos. Dudo que eso alentará un gran afecto por parte de las York hacia su tío. Para la mentalidad del siglo XXI, puede resultar difícil comprender el estigma en torno a los hijos bastardos que predominó por mucho tiempo. En el siglo XV, disminuía considerablemente las posibilidades de un buen matrimonio. Además, ¿qué ganaba Ricardo casándose con una sobrina ilegítima? Muchos pensarán: "así debilitaba las pretensiones de Enrique Tudor". Pero, para eso no era necesario casarse él mismo con Isabel; podía entregar a la primogénita de Eduardo IV a algún partidario, como hizo con Cecily. La propia legitimidad de Ricardo como rey se sustentaba en la bastardía de Isabel y sus hermanos, ¿arriesgaría su posición real solamente por satisfacer una pasión incestuosa? Incluso, después de la muerte de Ana, los asesores estaban negociando un matrimonio entre Ricardo y Juana de Portugal. También se hablaba de una unión entre Isabel de York y Manuel, duque de Beja (el futuro Manuel I). 

Reina de Inglaterra
El 22 de agosto de 1485, la batalla de Bosworth culminó en favor del bando de Lancaster, liderado por Enrique Tudor. El apoyo de los Stanley fue decisivo. Ricardo III fue asesinado durante la batalla, siendo el último monarca inglés muerto en combate. El 30 de octubre, el vencedor fue coronado en Westminster como Enrique VII, fundador de la dinastía Tudor.

Enrique e Isabel se casaron hasta el 18 de enero de 1486, en la abadía de Westminster. El día de su boda fue, en palabras de Bernard Andreas, "celebrado con toda magnificencia religiosa y gloriosa en la corte, y por su gente con hogueras, bailes, canciones y banquetes, en todo Londres". El cardenal Bourchier, quien era príncipe de la Iglesia y descendiente de la casa real de Plantagenet, fue el prelado oficiante en el matrimonio. "Su mano", según la pintoresca fraseología de Fuller, quien registra la circunstancia, "sostuvo esa dulce pose, en la que las rosas blancas y rojas se unieron por primera vez". 12

Doble retrato de Isabel de York y Enrique VII, c. 1825 por Sarah Malden, condesa de Essex, dominio público en https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=6859920

Aunque en ciertos medios se ha sugerido que Enrique VII pretendía desligarse del compromiso con Isabel, no se toma en cuenta que, durante esos cinco meses que transcurrieron entre la victoria en Bosworth y el casamiento, el nuevo rey tenía que poner en orden los asuntos del reino. Tuvo que convocar al Parlamento y anular el Titulus Regius que invalidaba el matrimonio de sus suegros. Además, al ser parientes en cuarto grado, debía esperar una dispensa. Es cierto que no hubo una coronación conjunta, pero es más probable que la intención fuera transmitir el mensaje de que era rey por derecho propio, no por matrimonio.

El 20 de septiembre de 1486, Isabel dio a luz a Arturo, en Winchester, donde se creía que había sido construido Camelot. La elección del nombre fue inteligente; no era tradicional ni en la casa de York ni en la de Lancaster. Llamado igual que el legendario rey Arturo, el nacimiento del príncipe simbolizaba la esperanza de la nueva dinastía y se auguraba una era dorada para su futuro reinado.

Isabel fue coronada hasta el 25 de noviembre de 1487, que tuvo que ser pospuesta debido a su embarazo y a los disturbios en Inglaterra (como la batalla de Stoke Field, en junio de ese año). Las celebraciones comenzaron con una procesión a lo largo del Támesis, desde Greenwich hasta la Torre. Nuevamente, se desplegó el tema artúrico, con una barcaza decorada como un enorme dragón rojo que lanzaba llamas reales. Pasó la noche en la Torre con su esposo. Al día siguiente, tuvo lugar la procesión por las calles de Londres, vestida con tela blanca de oro y manto de armiño. Viajó en una litera llena de más tela de oro y almohadas grandes y suaves; los caballos de sus guardias llevaban la rosa blanca de York. Tal era su popularidad que la multitud tuvo que ser restringida alrededor de la Abadía de Westminster, cuando Isabel se acercó. Allí, fue ungida dos veces ante la gran asamblea de nobles, una en el pecho y otra en la cabeza antes de recibir un anillo para el cuarto dedo de su mano derecha, una corona de oro, un cetro y una vara de oro. Desde allí, la procesión regresó al Gran Salón de Westminster, donde se sirvió una magnífica fiesta al estilo cortesano de Borgoña. 13

Escena The Shadow of the Tower


Aspecto y personalidad


Isabel de York era considerada una gran belleza, una clásica rosa inglesa de tez blanca, cabello dorado y ojos claros. Aunque, es posible que su cabellera tuviera una tonalidad rojiza, que sería el rasgo distintivo de los Tudor. Heredó la apariencia de sus padres: el alto y apuesto Eduardo IV y la bella Isabel Woodville. 

Llegó a ser una reina muy querida por su generosidad y gentileza. Se sabe que a menudo se endeudaba debido a que gastaba mucho en obras de caridad o en ayudas para sus parientes. Isabel se involucró en la educación de sus hijos y pasaba más tiempo con ellos de lo que era habitual en las familias reales. Muchos ven en esto una señal de que fue una reina desplazada de la política, pero, ¿no podemos sugerir también que, tras los eventos de la guerra, ella quisiera más que nada una apacible vida familiar? Además de ser piadosa y caritativa, también disfrutaba de los placeres cortesanos, como el baile y el juego. 

Vida familiar

Hay mucho que decir sobre la vida familiar de Isabel de York. Una creencia popular es que las relaciones con su suegra eran malas y tensas. Se suele acusar a Margarita Beaufort de usurpar la posición de Isabel. Margarita firmaba como "M. Richmond" y durante el reinado de su hijo la cambió a "Margaret R", por "Regina". Retha M. Warnicke 14 afirma que es más probable que adoptará esa firma para enfatizar su estatus superior como madre del rey sobre su condición de condesa. Desde comienzos del reinado, como madre del rey, su nombre ocupaba el primer lugar en una lista de damas nobles, incluidas las duquesas. Si hubiera confiado en su título de condesa, esta colocación habría sido imposible. En la corte de Eduardo IV, su madre ganó el reconocimiento como "Cicelie mother to the kinge". La palabra latina, Regina, también puede significar princesa, un título incluso dado a algunas mujeres nobles como Ana Seymour, duquesa de Somerset.

"My Lady the King's Mother" no es un título que socavará la autoridad de la reina consorte. Estaba claro que Isabel era la reina y Margarita la madre del rey, no una reina viuda, como la suegra de Enrique. Margarita tuvo mucha influencia en la corte y aconsejó a su hijo en asuntos de gobierno, pero también era piadosa y se dedicaba la caridad. Es posible que el interés por sus nietos la uniera a su nuera. Por ejemplo, cuando la princesa Margarita se comprometió con el rey de Escocia, dieciséis años mayor, Isabel y su suegra se preocuparon por el hecho de que el futuro marido no quisiera retrasar la consumación. Margarita Beaufort había sufrido las consecuencias de parir a temprana edad. Y tanto la madre como la abuela le pidieron al rey que no enviará a la princesa a Escocia tan pronto. Ambas mujeres escribieron a la corte castellana pidiendo que Catalina de Aragón aprendiera francés, para que así pudieran comunicarse con ella a su llegada a Inglaterra.

También es poco probable que Margarita albergara algún tipo de rencor por las raíces familiares de su nuera. La misma condesa llegó a casarse con un partidario yorkista y permaneció en la corte de Eduardo IV. Incluso recibió el honor de cargar a Bridget de York en su bautismo. Durante el reinado de su hijo, intercedió por Cecily, la hermana de Isabel, cuando se casó sin autorización real. 

The Shadow of the Tower (BBC 1972)

Respecto a los registros de que Margarita caminaba solo un paso detrás de la reina, la biógrafa Amy Licence afirma que ese era el protocolo correcto. 
Si miramos lo que podemos deducir sobre la madre del Rey, ella era claramente una dama dinámica, formidable, decidida y enérgica; justo el tipo de mujer que te gustaría tener de tu lado. Si Isabel la encontró "dominante", y esta es una reacción moderna, bien podría haber aceptado eso, ya que se equilibró con la ayuda que Margarita pudo ofrecer. Tener una mujer mayor con experiencia a su lado, particularmente cuando estaba embarazada o en ausencia de Henry, puede haber sido tranquilizador. 15
También se habla acerca de las malas relaciones entre las madres de los soberanos. La viuda de Eduardo IV recuperó su título de reina viuda. En 1487, Isabel Woodville abandonó la corte para retirarse a la abadía de Bermondsey. Se especula que Margarita tuvo que ver en la reclusión de Isabel, incluso que Enrique VII la forzó debido a su implicación en una rebelión de los York. En realidad, la reina viuda ya tenía planes de retirarse a un lugar tranquilo. No sorprendería que, después de una vida turbulenta, tuviera deseos de una vida contemplativa. En la abadía, Isabel Woodville fue tratada con respeto y recibía visitas de sus hijas. También asistió a los nacimientos de sus nietos.


Su segunda hija, Margarita, nació el 28 de noviembre de 1489, nombrada así en honor a Margarita Beaufort, quien también fue su madrina. Se negoció su compromiso con Jacobo IV de Escocia. 

El segundo hijo varón recibió el nombre de su padre, Enrique. Nació el 28 de junio de 1491 en el palacio de Greenwich. No hay mucha información acerca de su vida antes de convertirse en príncipe de Gales, pues no era considerado tan importante como el primogénito. 

Enrique

La siguiente hija de Isabel de York nació un mes después de la muerte de su abuela materna, Isabel Woodville, por lo que fue llamada así en su memoria. Pero la niña murió a los tres años. 

María nació el 18 de marzo de 1496 y, entre los que sobrevivieron a la infancia, fue la menor. Era muy unida a su hermano Enrique, quien años más tarde nombró a su hija igual que ella. Fue considerada una de las princesas más bellas de Europa. Estuvo comprometida con Carlos, el futuro sacro emperador. Su nieta fue lady Jane Grey, la reina de los nueve días.

María

En 1499 tuvo otro hijo varón, Edmundo, que fue nombrado duque de Somerset, pero murió al año. En 1502, Isabel de York recibió la dolorosa noticia de que su hijo mayor, Arturo, había muerto. Tanto ella como el rey Enrique estaban sumidos en la tristeza. Poco tiempo después de la muerte de su heredero, Isabel decidió concebir de nuevo, pues ahora sólo tenían un hijo varón. En febrero de 1503 dio a luz a una niña, llamada Catalina en honor a la princesa viuda de Gales. La pequeña murió a los ocho días. 

Muerte
El 2 de febrero de 1503, la reina trajo al mundo a una niña. El rey mandó buscar al médico, pero fue demasiado tarde. La reina sufrió una infección puerperal y, sumándole la tristeza de perder a sus hijos, Arturo y Catalina Tudor, su salud no resistió. Isabel murió el 11 de febrero de 1503, en su cumpleaños número 37. La reina fue embalsamada en la Torre de Londres, la cual dejó de ser residencia real tras la muerte de la reina en ese recinto. Enrique ordenó que 636 misas fueran ofrecidas por su alma en Londres el día después de su muerte.

Tumba en Westminster de Enrique VII e Isabel de York

El rey, adolorido por la muerte de su esposa, se recluyó, sin aceptar ninguna compañía, salvo la de su madre. Se dice que Enrique VII no volvió a ser el mismo después de la muerte de Isabel, ni en carácter ni en salud. A pesar de las conversaciones de posibles matrimonios para el rey, no se volvió a casar. Cada año honraba la memoria de su esposa. En 1509, el rey fue sepultado junto a ella en Westminster. 


Fuentes:
1 Weir, Alison, (2013) Elizabeth of York: A Tudor Queen and Her WorldRandom House Publishing Group, disponible en: https://books.google.com.mx/books?id=fxzCVdraWIIC&lpg=PP1&pg=PP1#v=onepage&q&f=false [24/05/20]
2 Ídem. 
3 Ídem.
4 Ídem.

Lehman H.E, (2011), Lives of England's Reigning and Consort Queens, Author House, disponible en: https://books.google.com.mx/books?id=boaYGR2H394C&lpg=PP1&pg=PP1#v=onepage&q&f=false [25/05/20]
6 Ídem.

Crawford, A. (2008), The Yorkists: The History of a Dynasty, A&C Black, disponible: https://books.google.com.mx/books?id=sNPUAwAAQBAJ&lpg=PP1&pg=PP1#v=onepage&q&f=false [25/05/20]
8 Ídem.

Lehman H.E, (2011)
10 Ídem.

11 Crawford, A. (2008)

12 Strickland, A. y E. (2010), Lives of the Queens of England from the Norman Conquest, Cambridge University Press, disponible en: https://books.google.com.mx/books?id=9Ay55rvJpSwC&lpg=PA393&dq=elizabeth%20of%20york&pg=PA427#v=onepage&q&f=false [01/06/20]

13 Licence, A. (2013) Elizabeth of York: The Forgotten Tudor Queen, Amberley Publishing Limited, disponible en: https://books.google.com.mx/books?id=VEmoAwAAQBAJ&lpg=PP1&pg=PP1#v=onepage&q&f=false [04/06/20]

14 Warnicke, R. (2017), Elizabeth of York and Her Six Daughters-in-Law: Fashioning Tudor Queenship, 1485–1547, Springer, disponible en: https://books.google.com.mx/books?id=vYM0DwAAQBAJ&lpg=PP1&pg=PP1#v=onepage&q&f=false [04/06/20]

15 Licence, A. (2013) Elizabeth of York, the Forthcoming Biography: Interview with Amy Licence, 1 de febrero, disponible en: https://authorherstorianparent.blogspot.com/2013/02/elizabeth-of-york-forthcoming-biography.html [04/06/20]