Nacimiento e infancia
Carlos de Habsburgo nació el 24 de febrero de 1500 en el palacio de Gante, en Flandes. Sus padres eran la infanta Juana, futura reina Juana I de Castilla "la Loca" y del archiduque Felipe de Austria "el Hermoso". Recibió el nombre de Carlos por su bisabuelo Carlos el Temerario, duque de Borgoña. Sus abuelos paternos eran el emperador Maximiliano y María de Borgoña. Sus abuelos maternos eran Fernando de Aragón e Isabel de Castilla. Hay una leyenda acerca de que el gobernante más poderoso del siglo XVI nació en una letrina. Según la historia, la archiduquesa Juana comenzó a sufrir dolores de parto, los cuales confundió con los de una indigestión. Supuestamente Juana se encontraba en la fiesta del palacio para vigilar a su marido. Al llegar al sanitario, sin ayuda de nadie, dio a luz a su segundo hijo.
Felipe de Austria
Juana I de Castilla
Carlos pasó toda su infancia en los Países Bajos, al igual que tres de sus hermanas (Leonor, Isabel y María); Fernando y Catalina, los otros dos hijos de Juana, nacieron y se criaron en Castilla. Cuando Juana fue a Castilla a recibir su herencia, en 1506, dejó a su hijo a cargo de su tía, Margarita de Austria, que se encargó de su educación. Los padres de Carlos no volvieron nunca a Flandes, pues Felipe murió en Castilla en septiembre de 1506 y Juana fue encerrada en Tordesillas debido a su aparente enajenación. Con seis años de edad, Carlos se convierte en conde de Flandes. Al año siguiente, Maximiliano concede la regencia de los Países Bajos a Margarita, así como la tutela de los hijos de Felipe.
Educación
Carlos y sus hermanas se criaron en una de las cortes más cultas de Europa. Carlos se crió como un príncipe del Renacimiento. La corte borgoñona poseía una ambiente jovial e influenciada por las ideas de Erasmo. Entre los placeres de la caballería y de la caza se le iba dando una sólida educación en política y religión, bajo la orientación de Adriano de Utrech. A partir de 1509, su educación estuvo a cargo de Guillermo de Croy, quien llevaba a su estudiante con mano firme. Aunque Carlos no carecía de talento, en sus primeros años se apoyó mucho en sus consejeros. Le enseñaron a hablar francés y flamenco, pero pronto añadió el español y el alemán. También tuvo por maestro al español Luis de Vaca, sin embargo, Carlos llegó a la península ibérica sin dominar el castellano.
El 5 de enero de 1515 Carlos fue declarado mayor de edad, gracias a las gestiones que Chièvres realizó ante el emperador Maximiliano. En ese momento acabó la regencia de su tía Margarita, y Carlos se hizo con las riendas de los Países Bajos. Chièvres se convirtió entonces en el privado de Carlos, el único que tendría en su vida. De los consejeros de Margarita, Carlos conservó a Mercurio de Gattinara, otra de las piezas fundamentales de su política.
Apariencia y personalidad
En sus retratos se ve al joven príncipe delgado y con aspecto enfermizo, de nariz prominente y mandíbula prognática típica de los Austrias, tan saliente que los dientes no le encajaban bien, lo cual le causaba alguna incomodidad al comer. En pocas palabras, el emperador era de estatura mediana, bien proporcionado, tez clara, barbilla prominente, nariz aguileña y ojos azules. Después de que el emperador venció a los franceses en Pavía, el embajador veneciano Contarini lo describió así:
La cesárea majestad es joven, de veinticinco años, tantos cuantos llevamos del millar desde el 1500, y cumplirá el vigésimo sexto el 24 del mes de febrero, en el día de San Matías, en el cual tuvo la victoria contra el ejército francés y fue preso el rey cristianísimo. Es de estatura mediana, ni muy grande ni muy pequeño, de color más bien pálido que rubicundo; de cuerpo bien proporcionado; bellísima pierna, buen brazo, la nariz un poco aguileña, pero poco, los ojos inquietos, el aspecto grave, pero no cruel ni severo; en él ninguna parte del cuerpo se puede afear, excepto el mentón, o sea todo el maxilar inferior, el cual es tan ancho y tan largo que no parece natural de aquel cuerpo, sino postizo, donde sucede que no puede, cerrando la boca, unir los dientes inferiores con los superiores, antes los separa un espacio del grosor de un diente, de donde en el hablar, máxime al terminar la cláusula, balbucea alguna palabra, lo cual frecuentemente no se entiende muy bien (...).
Las descripciones coinciden en que el mayor defecto físico de Carlos era su mentón, el cual le dificultaba el habla. Los retratos de sus antepasados indican que fue un defecto genético heredado de su abuelo, el emperador Maximiliano. Es por ello que Carlos se dejaba crecer la barba para disimular ese defecto. Carlos V era muy religioso y dedicado a sus deberes regios. El propio Contarini achaca a Carlos V una cierta sequedad en su carácter, según el embajador italiano:
Es muy poco afable, más bien avaro que liberal, por lo que no es muy querido; no demuestra ser ambicioso de Estado, pero tiene gran ambición de combatir, y desea mucho encontrarse en una jornada de guerra; demuestra también tener gran deseo de hacer la empresa contra los infieles.
Su carácter era templado y no solía hablar más que lo necesario. Su pasión era la guerra y las tácticas militares. Era perseverante y poco dado a la arrogancia. Era un gran estadista, de mente despierta y carácter decidido. Alonso de Santa Cruz dijo de él:
Fue muy agudo y muy claro de juicio, lo cual se veía en él por el conocimiento que tenía de todas las cosas y en las buenas razones que daba de todas ellas. Y conocíase su gran memoria en la variedad de las lenguas que sabía, como eran: lengua flamenca, italiana, francesa, española, las cuales hablaba tan perfectamente como si no supiera más de una.
A pesar de haberse criado en la corte borgoñona, Carlos admiraba las hazañas de los españoles y poseía una espiritualidad propia de Castilla. Tenía debilidad por las mujeres, al igual que su padre y su abuelo Fernando, pero a diferencia de éstos, Carlos fue fiel a su esposa. Al igual que muchos soberanos de su tiempo, era aficionado al arte, especialmente a la música. Además tuvo predilección por la colección de relojes y mapas. A pesar de su vida ajetreada, Carlos disfrutaba mucho de la poca vida familiar que tuvo junto a Isabel de Portugal.
Llegada a España y encuentro con su madre
Poco después de la muerte de Fernando el Católico, ocurrida en 1516, Carlos fue proclamado en Bruselas cogobernante, con su madre, de Castilla y Aragón. En 1515 Guillermo de Croy había enviado a Adriano de Utrecht a España para asegurarse de que Fernando de Aragón no despojara de su herencia a Carlos en favor de su nieto preferido, Fernando de Austria. Fernando de Aragón estipuló que, hasta la llegada de Carlos, el cardenal Cisneros sería regente en Castilla y su hijo natural, Alonso, en Aragón.
Antes de partir, Carlos dejó resueltos sus asuntos en Flandes, por lo que se produjo la firma del Tratado de Noyon en agosto de 1516. Carlos llegó el 18 de septiembre de 1517 a las costas de Asturias después de que una tormenta desviara el rumbo de las naves. Lo acompañaba su hermana mayor, Leonor. Desde allí, el séquito real realizó un viaje lento y penoso por caminso de montaña hasta llegar a Castilla. Por fin, el 4 de noviembre, Carlos se reunió con su madre en Tordesillas; obtuvo confirmación de sus derechos reales, pero, conforme a las peticiones de sus consejeros castellanos, siguió utilizando los dos nombres conjuntamente en los documentos oficiales. No había visto a Juana desde hace once años y tampoco conocía a su hermana menor, Catalina. Después, Carlos se encargó del funeral de su padre, quien permanecía insepulto.
A la muerte de Fernando, Cisneros sustituyó al anterior encargado de la casa de la reina por el duque de Estrada, período durante el cual doña Juana se alimentó sin problemas, mantuvo la higiene y una vestimenta acorde a su rango. Sin embargo, en cuanto su hijo Carlos asumió el poder relevó al fuque de Estrada por el marqués de Denia en 1518, quien endureció nuevamente las medidas de reclusión. Carlos había sido nombrado rey de Castilla, León y Aragón tras la muerte de Fernando el Católico, sin que Juana lo supiera. Cuando Carlos y Leonor visitaron a su madre el 4 de noviembre, Juana encontró a los niños que había dejado en Flandes en 1506 convertidos en adultos. Se mostró muy emocionada y después de abrazarlos exclamó: "¿Pero de verdad sois mis hijos?". Carlos decidió sacar de Tordesillas a su hermana menor, la infanta Catalina, pues le parecía que no era una vida digna para una princesa. La infanta fue sacada en la noche, en secreto. Según la crónica, hicieron un hueco en la pared de la cámara de la infanta y la llevaron a Valladolid donde sus hermanos mayores la esperaban. Cuando Juana se percató de la ausencia de su hija, se desesperó tanto que Catalina tuvo que regresar al castillo.
También tuvo lugar el encuentro entre Carlos y Fernando, quien prestó fidelidad a su hermano. Se envió una carta a Cisneros para pedirle que fuera a verlo, pero el anciano regente murió el 8 de noviembre, justo antes de llegar a Valladolid.
Su primera prueba de fuerza fue con las Cortes de Castilla, que se reunieron en febrero de 1518 en Valladolid, y lo reconocieron como rey, aunque en un clima de mudas sospechas. Los castellanos siempre habían preferido que su siguiente rey fuera el infante Fernando, que era español como ellos y gozaba de gran apoyo en un grupo que más adelante se sumaría a la rebelión de los Comuneros. Carlos dispuso rápidamente que su hermano se fuera a Alemania, el 18 de mayo de 1518. El 22 de marzo, Carlos y su séquito salieron de Valladolid camino de las tierras de Aragón para prestar el juramento aconstumbrado. El 9 de mayo la corte llegó a Zaragoza y pasó el resto del año en discusiones con las Cortes de Aragón. En junio, una epidemia de tifus segó la vida de Jean le Sauvage, el canciller y segundo hombre de importancia en la corte. Carlos escribió a su tía Margarita y convocó a uno de sus consejeros, el diplomático y humanista Mercurino de Gattinara, que en octubre pasó a ser su nuevo canciller.
Bibliografía
Henry Kamen. (1984). Una sociedad conflictiva: España, 1469-1714. Madrid: Alianza.
http://www.mcnbiografias.com/
Educación
Carlos y sus hermanas se criaron en una de las cortes más cultas de Europa. Carlos se crió como un príncipe del Renacimiento. La corte borgoñona poseía una ambiente jovial e influenciada por las ideas de Erasmo. Entre los placeres de la caballería y de la caza se le iba dando una sólida educación en política y religión, bajo la orientación de Adriano de Utrech. A partir de 1509, su educación estuvo a cargo de Guillermo de Croy, quien llevaba a su estudiante con mano firme. Aunque Carlos no carecía de talento, en sus primeros años se apoyó mucho en sus consejeros. Le enseñaron a hablar francés y flamenco, pero pronto añadió el español y el alemán. También tuvo por maestro al español Luis de Vaca, sin embargo, Carlos llegó a la península ibérica sin dominar el castellano.
Carlos, Leonor e Isabel
El 5 de enero de 1515 Carlos fue declarado mayor de edad, gracias a las gestiones que Chièvres realizó ante el emperador Maximiliano. En ese momento acabó la regencia de su tía Margarita, y Carlos se hizo con las riendas de los Países Bajos. Chièvres se convirtió entonces en el privado de Carlos, el único que tendría en su vida. De los consejeros de Margarita, Carlos conservó a Mercurio de Gattinara, otra de las piezas fundamentales de su política.
Apariencia y personalidad
En sus retratos se ve al joven príncipe delgado y con aspecto enfermizo, de nariz prominente y mandíbula prognática típica de los Austrias, tan saliente que los dientes no le encajaban bien, lo cual le causaba alguna incomodidad al comer. En pocas palabras, el emperador era de estatura mediana, bien proporcionado, tez clara, barbilla prominente, nariz aguileña y ojos azules. Después de que el emperador venció a los franceses en Pavía, el embajador veneciano Contarini lo describió así:
La cesárea majestad es joven, de veinticinco años, tantos cuantos llevamos del millar desde el 1500, y cumplirá el vigésimo sexto el 24 del mes de febrero, en el día de San Matías, en el cual tuvo la victoria contra el ejército francés y fue preso el rey cristianísimo. Es de estatura mediana, ni muy grande ni muy pequeño, de color más bien pálido que rubicundo; de cuerpo bien proporcionado; bellísima pierna, buen brazo, la nariz un poco aguileña, pero poco, los ojos inquietos, el aspecto grave, pero no cruel ni severo; en él ninguna parte del cuerpo se puede afear, excepto el mentón, o sea todo el maxilar inferior, el cual es tan ancho y tan largo que no parece natural de aquel cuerpo, sino postizo, donde sucede que no puede, cerrando la boca, unir los dientes inferiores con los superiores, antes los separa un espacio del grosor de un diente, de donde en el hablar, máxime al terminar la cláusula, balbucea alguna palabra, lo cual frecuentemente no se entiende muy bien (...).
Las descripciones coinciden en que el mayor defecto físico de Carlos era su mentón, el cual le dificultaba el habla. Los retratos de sus antepasados indican que fue un defecto genético heredado de su abuelo, el emperador Maximiliano. Es por ello que Carlos se dejaba crecer la barba para disimular ese defecto. Carlos V era muy religioso y dedicado a sus deberes regios. El propio Contarini achaca a Carlos V una cierta sequedad en su carácter, según el embajador italiano:
Es muy poco afable, más bien avaro que liberal, por lo que no es muy querido; no demuestra ser ambicioso de Estado, pero tiene gran ambición de combatir, y desea mucho encontrarse en una jornada de guerra; demuestra también tener gran deseo de hacer la empresa contra los infieles.
Su carácter era templado y no solía hablar más que lo necesario. Su pasión era la guerra y las tácticas militares. Era perseverante y poco dado a la arrogancia. Era un gran estadista, de mente despierta y carácter decidido. Alonso de Santa Cruz dijo de él:
Fue muy agudo y muy claro de juicio, lo cual se veía en él por el conocimiento que tenía de todas las cosas y en las buenas razones que daba de todas ellas. Y conocíase su gran memoria en la variedad de las lenguas que sabía, como eran: lengua flamenca, italiana, francesa, española, las cuales hablaba tan perfectamente como si no supiera más de una.
A pesar de haberse criado en la corte borgoñona, Carlos admiraba las hazañas de los españoles y poseía una espiritualidad propia de Castilla. Tenía debilidad por las mujeres, al igual que su padre y su abuelo Fernando, pero a diferencia de éstos, Carlos fue fiel a su esposa. Al igual que muchos soberanos de su tiempo, era aficionado al arte, especialmente a la música. Además tuvo predilección por la colección de relojes y mapas. A pesar de su vida ajetreada, Carlos disfrutaba mucho de la poca vida familiar que tuvo junto a Isabel de Portugal.
Llegada a España y encuentro con su madre
Poco después de la muerte de Fernando el Católico, ocurrida en 1516, Carlos fue proclamado en Bruselas cogobernante, con su madre, de Castilla y Aragón. En 1515 Guillermo de Croy había enviado a Adriano de Utrecht a España para asegurarse de que Fernando de Aragón no despojara de su herencia a Carlos en favor de su nieto preferido, Fernando de Austria. Fernando de Aragón estipuló que, hasta la llegada de Carlos, el cardenal Cisneros sería regente en Castilla y su hijo natural, Alonso, en Aragón.
Guillermo de Croy
Antes de partir, Carlos dejó resueltos sus asuntos en Flandes, por lo que se produjo la firma del Tratado de Noyon en agosto de 1516. Carlos llegó el 18 de septiembre de 1517 a las costas de Asturias después de que una tormenta desviara el rumbo de las naves. Lo acompañaba su hermana mayor, Leonor. Desde allí, el séquito real realizó un viaje lento y penoso por caminso de montaña hasta llegar a Castilla. Por fin, el 4 de noviembre, Carlos se reunió con su madre en Tordesillas; obtuvo confirmación de sus derechos reales, pero, conforme a las peticiones de sus consejeros castellanos, siguió utilizando los dos nombres conjuntamente en los documentos oficiales. No había visto a Juana desde hace once años y tampoco conocía a su hermana menor, Catalina. Después, Carlos se encargó del funeral de su padre, quien permanecía insepulto.
Escena de Carlos Rey Emperador
A la muerte de Fernando, Cisneros sustituyó al anterior encargado de la casa de la reina por el duque de Estrada, período durante el cual doña Juana se alimentó sin problemas, mantuvo la higiene y una vestimenta acorde a su rango. Sin embargo, en cuanto su hijo Carlos asumió el poder relevó al fuque de Estrada por el marqués de Denia en 1518, quien endureció nuevamente las medidas de reclusión. Carlos había sido nombrado rey de Castilla, León y Aragón tras la muerte de Fernando el Católico, sin que Juana lo supiera. Cuando Carlos y Leonor visitaron a su madre el 4 de noviembre, Juana encontró a los niños que había dejado en Flandes en 1506 convertidos en adultos. Se mostró muy emocionada y después de abrazarlos exclamó: "¿Pero de verdad sois mis hijos?". Carlos decidió sacar de Tordesillas a su hermana menor, la infanta Catalina, pues le parecía que no era una vida digna para una princesa. La infanta fue sacada en la noche, en secreto. Según la crónica, hicieron un hueco en la pared de la cámara de la infanta y la llevaron a Valladolid donde sus hermanos mayores la esperaban. Cuando Juana se percató de la ausencia de su hija, se desesperó tanto que Catalina tuvo que regresar al castillo.
También tuvo lugar el encuentro entre Carlos y Fernando, quien prestó fidelidad a su hermano. Se envió una carta a Cisneros para pedirle que fuera a verlo, pero el anciano regente murió el 8 de noviembre, justo antes de llegar a Valladolid.
Fernando de Habsburgo, de adolescente
Su primera prueba de fuerza fue con las Cortes de Castilla, que se reunieron en febrero de 1518 en Valladolid, y lo reconocieron como rey, aunque en un clima de mudas sospechas. Los castellanos siempre habían preferido que su siguiente rey fuera el infante Fernando, que era español como ellos y gozaba de gran apoyo en un grupo que más adelante se sumaría a la rebelión de los Comuneros. Carlos dispuso rápidamente que su hermano se fuera a Alemania, el 18 de mayo de 1518. El 22 de marzo, Carlos y su séquito salieron de Valladolid camino de las tierras de Aragón para prestar el juramento aconstumbrado. El 9 de mayo la corte llegó a Zaragoza y pasó el resto del año en discusiones con las Cortes de Aragón. En junio, una epidemia de tifus segó la vida de Jean le Sauvage, el canciller y segundo hombre de importancia en la corte. Carlos escribió a su tía Margarita y convocó a uno de sus consejeros, el diplomático y humanista Mercurino de Gattinara, que en octubre pasó a ser su nuevo canciller.
Bibliografía
Henry Kamen. (1984). Una sociedad conflictiva: España, 1469-1714. Madrid: Alianza.
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