Retrato de un pequeño niño o bebe que cuelga en la sala de niños del castillo de Sudeley. No se sabe quien es. ¿Sera Mary Seymour? Fuente de imagen: http://tudorqueen6.wordpress.com
El rey Enrique VIII murió en las primeras horas de la mañana del 28 de enero de 1547. El pesar de la reina Catalina Parr sin duda era sincero. Ahora ella era la reina viuda de Inglaterra, pero hasta que se casara su hijastro Eduardo seguía siendo la primera dama del país.
Thomas Seymour se acercaba a los cuarenta y era unos cuatro años mayor que la reina viuda. Dotado de encanto e inteligencia, tenía además un buen físico. La fecha exacta de la boda de lord Thomas Seymour y la reina viuda no se sabe con exactitud: es probable que a fines de mayo. El período de luto de una reina viuda tenía un fin práctico: era posible que la viuda de un rey estuviera embarazada de él, por eso no debía casarse hasta que el asunto se hubiera resuelto, no fuera que hubiese dudas acerca de la paternidad del hijo póstumo. En aquel caso, dada la suposición general de la infertilidad de la reina Catalina después de tres matrimonios sin hijos, la cuestión era más de principio que de genuina expectativa de algún milagroso vástago real.
En Pentecostés de 1548, la reina Catalina Parr estaba embarazada de casi seis meses; dada su condición, a Seymour pudo haberle parecido natural buscar diversión en otra parte. Este tomo la costumbre de entrar en el dormitorio de Isabel Tudor, la segunda heredera en orden de sucesión al trono.
Carta de la reina viuda. Fuente de imagen: http://tudorqueen6.wordpress.com/
El temor a la peste llevó a la reina Catalina de Chelsea a su finca de Hanworth en junio de 1547. Desde allí intercambio cartas alegres sobre el tema de su avanzado embarazo con su esposo. "Entiendo que mi hombrecito "sacude su campana", escribía Seymour, refiriéndose a la noticia del movimiento de su hijo. "Deseo que Vuestra Alteza mantenga al pequeño bribón tan delgado con vuestra buena dieta y las caminatas que sea tan pequeño que pueda salir de una ratonera". Catalina respondía con el mismo tono: "Di a vuestro pequeño bribón vuestra bendición, que como un hombre honesto se movió antes y después. Porque Mary Odell que estaba en la cama conmigo puso su mano sobre mi vientre para sentirlo moverse. Se movió estos tres días cada mañana y cada noche de modo que confió en que cuando vengáis os divertirá".
Catalina Parr, madre de Mary.
La sala de niños en Sudeley
Más tarde, ese mismo mes, la reina se retiró al castillo de Sudeley, en Gloucestershire, donde pensaba dar a luz; iba con ella lady Jane Grey. La presencia de la pequeña, inteligente y solemne, brindaba solaz a la reina, ahora que la princesa Isabel, su compañera durante los dos últimos años, no estaba con ella.
La sala de niños en Sudeley
Sudeley estaba en una de las partes más bellas de Inglaterra y tenía que ver con la realeza desde la época del rey Ethelred el Lento. Pero el castillo donde se alojó la reina Catalina había sido construido a mediados del siglo XV. Enrique VIII y Ana Bolena lo visitaron una semana en julio de 1535, en el último año de su matrimonio. Pero el momento en que el rey Eduardo otorgó Sudeley a su tío, se encontraba en el estado de abandono en que caían fácilmente los castillos. Pero Seymour estaba decidido a mantenerlo en buenas condiciones.
Castillo de Sudeley. En el ventanal izquierdo se encuentra el lugar donde Mary paso sus primeros días.
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Thomas Seymour, padre de Mary
El 30 de agosto, la reina Catalina se puso de parto. Nació una niña. Le pusieron Mary por la hijastra de la reina, aunque fue lady Jane Grey la que ofició como madrina. Pero la reina Catalina había caído, como la reina Jane antes que ella, gravemente enferma de fiebre puerperal. Murió el 7 de septiembre, seis días después del nacimiento de su hija.
Infancia
La niña Mary Seymour siguió viviendo un tiempo. La proscripción y ejecución de su padre "codicioso, ambicioso, sedicioso", en marzo de 1549, puso fin a las perspectivas de Mary como gran heredera, ya que sus propiedades fueron confiscadas por la corona. Llevó la vida de una pobre niñita real, cuyo rango como "hija de la reina" (como siempre se la conoció) exigía una pompa para la cual no había dinero.
En consecuencia, Mary Seymour vivió bajo el cuidado de Katherine, duquesa de Suffolk. La duquesa no trataba de ocultar que los innumerables servidores que se consideraban necesarios para la niñita eran una gran carga para ella. Primero, su parloteo incesante la volvía loca, y luego el coste era terrible: "Mis oídos no soportan esas voces, pero mis arcas mucho menos", como dijo con su habitual estilo cáustico. Las 500 libras requeridas para el hogar de Mary ascendería a aproximadamente 100.000 libras esterlinas, o 150.000 dólares hoy en día. La duquesa de Suffolk tenía razón en no estar satisfecha con esa obligación. Había muchas personas que se habían beneficiado de la generosidad de Catalina Parr. Pero ninguno de ellos movió ni un dedo para ayudar a la bebe.
Katherine Willoughby, duquesa de Suffolk
En una carta de queja de la duquesa Katherine a su amigo William Cecil, ésta se refería con pena a los cubiertos de plata en "la sala de niños de la hija de la reina" en 1548. Al año siguiente la duquesa manifestó que no podría mantener esos gastos mucho más tiempo sin una pensión que la ayudara. Traspasaría la onerosa casa al tío materno de Mary, William, marqués de Northampton, salvo que él estuviera igualmente golpeado por la pobreza: "Teniendo una espalda tan mala para tal carga como tengo yo". El hecho de que la duquesa Katherine estuviera dispuesta a cuidar a la niña pero no a "su séquito", indica su bondad con la huérfana misma, no así con sus criadas.
Una ley del Parlamento levantó la condena a Mary Seymour el 21 de enero de 1550. Mary aún vivía ese verano, en vísperas de su segundo cumpleaños, pero no hay registros posteriores ni de su vida ni de su muerte. No se puede probar la historia del siglo XVIII de que Mary se casó con cierto Edward Bushel y dejó descendientes de nombre Johnson y Drayton. Una rica "hija de la reina" que viviera hasta la edad adulta, en 1560-1670, no habría escapado a la observación. Cabe suponer que la maldición de la época, la muerte en la infancia, puso fin a la breve y triste vida de Mary Seymour.
Ella pudo haber sido enterrada en Lincolnshire, cerca de Grimsthorpe, una finca perteneciente a la duquesa de Suffolk. Sin embargo, también es increíble que la muerte de la única hija de la última consorte de Enrique VIII y prima del rey Eduardo VI haya pasado desapercibida.
Bibliografia
Fraser, Antonia: Las Seis Esposas de Enrique VIII, Ediciones B, Barcelona, 2007.
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