13 ene 2013

Coronación de Catalina de Aragón


                         
La coronación de Enrique VIII y Catalina de Aragon

El viejo rey Enrique VII murió a las 11 de la noche del día 21 de abril de 1509. Pero su muerte se mantuvo en secreto durante dos días. Y su hijo continuó apareciendo en público como el príncipe Enrique y fue tratado como tal. No fue hasta la noche del 23 de cuando la verdad se hizo saber y el 24, el nuevo rey era proclamado en Londres. 

Matrimonio
El cambio más dramático de la política fue la decisión de que el príncipe Enrique, ahora Enrique VIII, debía casarse con Catalina después de todo. Esta decisión también fue tomada probablemente a puerta cerrada en las primeras cuarenta y ocho horas de su reinado. Enrique estaba por cumplir dieciocho años mientras que Catalina tenía veintitrés. 


Catalina de Aragón

El 11 de junio de 1509, el nuevo rey, Enrique VIII, se casó con Catalina de Aragón en el oratorio de la iglesia próxima al castillo de Greenwich. Él estaba a punto de cumplir dieciocho años (el 28 de junio), ella tenía veintitrés. La ceremonia fue breve y privada; Catalina vistió de blanco, con el pelo largo y suelto como correspondía a una novia virgen. Cuando describía la noche de bodas que siguió, al rey Enrique le agradaba jactarse de que en realidad había hallado a su esposa "doncella"; aunque años más tarde trataría de hacer pasar esos comentarios por "bromas", parece poco probable que bromeara. 

Enrique Tudor, el hijo del difunto rey Enrique VII y futuro Enrique VIII


El día de San Juan tuvo lugar una celebración más pública y espléndida de la unión cuando, por órdenes del nuevo rey, su esposa compartió la ceremonia de coronación en la abadía de Westminster. Enrique VIII bien pudo haber apresurado deliberadamente la ceremonia de matrimonio para que Catalina pudiera "acostarse en la Torre la noche previa a la coronación". De esa manera, ella podía acompañarlo a través de la ciudad de Londres en la tradicional procesión a Westminster la víspera de la coronación. 


Procesión
Los londinenses podían observar a su nueva reina cuando pasaba en la litera, "soportada sobre el lomo de dos palafrenes blanco enjaezados con paño blanco de oro, su persona ataviada de raso blanco bordado, su cabello que pendía sobre la espalda, de gran extensión, bello y grato de contemplar, y sobre su cabeza una corona con abundantes y ricas gemas engastadas". Tomás Moro, en un estallido de éxtasis por el prometedor ascenso del nuevo monarca, destacó la contribución particular de Catalina: "Ella desciende de grandes reyes". 

Vitral con retratode la joven reina Catalina, alrededor del año 1512. Capilla de la Vyne. 

Pero según las crónicas, cuando la procesión de la reina paso por una taberna llamada "Cardinal´s Hat" el cielo azul se oscureció y empezó a llover. La lluvia era tan violenta, que el palio que cubría a la reina no pudo evitar que las galas de Catalina se mojaran. Algunos lo vieron como un augurio oscuro. Tal vez, una premonición de lo que ocurriría años después. 


Después de Catalina siguieron las damas de honor y los caballeros de su casa. La mayoría eran ahora ingleses. Ellos estaban encabezados por Lady Elizabeth Stafford, la hermana del Duque de Buckingham. También asistieron a la reina, Margaret Plantagenet y Elizabeth Bolena. Los servidores españoles de Catalina no fueron olvidados: Inés de Venegas, María de Gravara y María de Salinas todas figuraron honrosamente entre sus damas. Pero Catalina estuvo posiblemente más contenta de ver a Fray Diego, que tomaba  su lugar en la procesión como" Canciller y Confesor de la Reina".



Coronación 
En el mismo día 24 de junio la coronación fue llevada a cabo.Se gastaron 1.500 libras en la coronación de la reina solamente: tres veces la suma que habían costado las celebraciones de la boda en 1501 y apenas 200 libras menos de lo gastado para la coronación del propio rey. Fueron necesarios alrededor de 1.830 metros de tela roja y otros 1.500 de tela escarlata de calidad superior. Se hicieron cuidadosas listas de aquellos con derecho a lucir la nueva librea de la reina de terciopelo carmesí. Catalina lucía por su parte una corona de oro, el borde engastado con seis zafiros y perlas y llevaba un cetro de oro rematado con una paloma. 

Coronación de Enrique VIII


En algunos momentos de la ceremonia patinó un poco, como suele pasar cunado se siguen demasiado al pie de la letras las tradiciones. La fórmula empleada fue la de Enrique VII, de un cuarto de siglo antes, de modo que para llevar el cetro y la vara de marfil en la procesión de la reina hubo que nombrar a vizcondes, aunque no había ninguno en Inglaterra. Luego lord Grey de Powis fue puesto a conducir los caballos de la litera de la reina como lo había hecho lord Grey de Powis en 1485, pero resultó que este lord Grey tenía solo seis años. 

Tampoco la muerte de la vieja Margarita de Beaufort, abuela del nuevo rey, ocurrida pocos días después de la coronación, causó demasiada pena. Se juzgaba que, como Simeón, estaba dispuesta a partir tras haber visto el ascenso con éxito del heredero varón de su "queridísimo hijo". Figura fuerte como era, Margarita de Beaufort resultaba una reliquia de la antigua época del disenso. 

Dos tronos fueron colocados en una plataforma frente al altar mayor de la abadía de Westminster: el superior era para Enrique, y el más bajo para Catalina. Primero fue la coronación del Rey. Luego fue el turno de Catalina. El ceremonial de una reina consorte era algo más sencillo que el de un rey. No se le administro ningún juramento, ni tampoco, como mujer, se le invistió con la espada. Pero ella fue ungida en la cabeza y en el pecho, y el anillo de coronación se coloco en el dedo anular de su mano derecha, la corona sobre su cabeza, el cetro en la mano derecha y otro cetro de marfil rematado con una paloma en la izquierda. Catalina era ahora reina, tan sagradamente e inalienable como lo era el rey Enrique.



Bibliografia
Fraser, Antonia: Las Seis Esposas de Enrique VIII, Ediciones B, Barcelona, 2007.

Starkey, David: Six Wives, Harper, New York, 2004

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