4 may 2013

El cabello de Catalina Parr



Catalina Parr fue la última de las seis esposas de Enrique VIII. Después de la muerte de Enrique en 1547, Catalina se casó con Thomas Seymour con quien tuvo una hija llamada Mary, la cual nació el 30 de agosto de 1548. Catalina murió el 5 de septiembre de 1548 en el castillo de Sudeley, probablemente por fiebre puerperal. La misma enfermedad que mató a la tercera esposa de Enrique, Jane Seymour. 

Este es un supuesto mechón de pelo de la reina Catalina. Por lo que aquí veo, debió haber tenido una cabellera preciosa. Es curioso que en muchos retratos su cabello se ve más oscuro.



3 may 2013

El romance de Elizabeth Tudor con Thomas Seymour


Elizabeth Tudor

Tras la muerte de Enrique VIII, lady Elizabeth estuvo bajo el ala de la reina viuda. Uno de aquellos que ya apreciaban su atractivo era el esposo de su madrastra, Thomas Seymour. Bullicioso por naturaleza, consciente del efecto de sus encantos sobre las mujeres, pudo haberle parecido natural a Seymour dedicarse a los juegos sexuales con la joven protegida de su esposa. 


En Pentecostés de 1548 (mediados de mayo), cuando estalló la crisis, la reina Catalina estaba embarazada de casi seis meses; dada su condición, a Seymour pudo haberle parecido natural buscar diversión en otra parte. Pero si ésos eran los instintos naturales de Seymour, su razón debió haberlo contenido, la razón de un hombre con mucha experiencia en la corte, familiarizado con los dorados pasillos del poder Tudor. Para un soltero era bastante peligroso acercarse de esa manera a la segunda heredera en orden de sucesión al trono; para un casado no sólo era peligroso sino también un escándalo. 


Thomas Seymour

Pero Seymour tomó la costumbre de entrar en el dormitorio de la muchacha antes de que ella estuviera vestida por completo. Le daba unos golpecitos "en la espalda o en las nalgas familiarmente", le robaba besos e incluso se guardaba la llave de la habitación para que ella no pudiera escapar. Luego él mismo se presentaba con las piernas desnudas y vestido sólo con un corto camisón (bata). La servidora de Elizabeth, Katherine Ashley, contaba que el lord almirante descorría las cortinas de la cama de Elizabeth para saludarla de mañana mientras la muchacha se retraía (en actitud de modestia, de éxtasis, o una combinación de ambas, Elizabeth nunca lo reveló). En una ocasión, en Hanworth, participó Catalina con la "alegría y el buen pasatiempo" por los que había sido conocida durante su matrimonio con el rey Enrique: sostuvo a la muchacha mientras Seymour cortaba su traje negro en cien pedazos.  

Thomas Seymour y Elizabeth Tudor, escena de The Young Bess
Fue Catalina la que finalmente decidió que ya era suficiente y despidió a la muchacha. Elizabeth se marchó a Cheshunt, donde fue puesta al cuidado de sir Anthony Denny. Katherine Ashley dio como razón la angustia de la reina al encontrar a Elizabeth en brazos de Seymour, pero después retiró la historia. Dado que Catalina e Elizabeth siguieron luego en términos afectuosos, probablemente la reina obró tanto en interés de la reputación de su hijastra como por celos. 

Catalina Parr

La mujer más joven obviamente había recibido un sermón sobre el tema del decoro y, al considerarlo, había decidido que su madrastra tenía razón: "Me sentí muy abrumada por la pena al separarme de Vuestra Alteza, especialmente al dejaros con dudosa salud...Lo sopesé más profundamente cuando dijisteis que me advertiríais de todos los males de que os enterarais de mi, porque si Vuestra Alteza no tuviera una buena opinión de mí no me habríais ofrecido amistad de esa manera". 
La verdadera medida de la continuada devoción de Elizabeth al recuerdo de su madrastra se ve en su manejo de la fama de la reina Catalina durante su propio reinado. Se permitió que la reina Catalina fuera representada como una de las "reinas virtuosas" de la historia, con la reina Ester, santa Margarita de Escocia y la propia reina Elizabeth. La reina Elizabeth I no era conocida por favorecer al sexo femenino. Ninguna otra consorte de Enrique VIII fue honrada de esa manera.


Bibliografia                                                                                                      Fraser, Antonia: Las Seis Esposas de Enrique VIII, Ediciones B, Barcelona, 2007.

María Tudor (Parte III y última)


Ascenso al trono


María Tudor

Antes de que muriera Eduardo VI, John Dudley, el duque de Northumberland había convencido al joven y moribundo rey de que alterara la sucesión a favor de Jane. Se temía que Maria, siendo devota católica  revirtiera todas las reformas hechas. El 12 de mayo de 1552, hicieron que Jane contrajera matrimonio con Guilford Dudley, aunque Jane rehusó nombrarlo rey cuando fue proclamada reina. 

El 9 de julio 1553 fue trasladada a Syon House, donde encontró al Consejo, pero para su sorpresa estos se arrodillaron ante ella. El duque de Northumberland le informo que el rey había muerto y que había fijado su propia sucesión, para que la corona pasara a Jane. Dicen que Jane pudo haber anunciado que "la corona no era su derecho ni le agradaba" pero que después de que sus padres y John Dudley le recordaron que era su deber, ella finalmente dijo: "Si lo que se me ha dado es legalmente mio, que Su Divina Majestad me conceda el espíritu y la gracia para que pueda gobernar a tu gloria y servicio, y en beneficio del pueblo"

Jane Grey
Fue reina solo por 9 días  Maria Tudor era mas popular que Lady Grey, y fue destronada el 19 de julio. La rebelión protestante encabezada por Tomas Wyatt sello el destino de Jane, incluso cuando ella no estaba relacionada con la rebelión, Maria temía que Jane quisiera derrocarla y por eso, el 12 de febrero de 1554 fue ejecutada en la torre de Londres junto con su esposo Guilford. Tenia 16 años cuando murió.

El 19 de julio de 1553 el alcalde de Londres proclamo a Maria como reina. Las calles estaban concurridas de gente, las campanas de la iglesia sonaron, y en la noche se encendieron las hogueras.  Al principio de su reinado Maria ella actuó con lentitud con respecto a la religión  pero se iba a comprometer a arreglar ese asunto. 

Permitió que Eduardo, su hermano, fuera enterrado en la Abadia de Westminster con el servicio protestante que el hubiera querido, mientras ella asistía a una misa privada en su memoria. Su coronación fue el 1 de octubre de 1553 y el parlamento se reunió el 5 de ese mismo mes. Lo primero que hizo fue declarar la legalidad del matrimonio de sus padres. Maria quiso ser amable con su medio hermana, Elizabeth, pero desconfiaba de ella. Cuando Maria se decidió a casarse con Felipe de España, se desato la rebelión de Tomas Wyatt, ya que a los ingleses les disgustaba la idea de tener un rey extranjero. 



María y Elizabeth Tudor en su entrada a Londres

Maria creyó que Elizabeth estaba relacionada con tal rebelión por lo que fue hecha prisionera en la torre de Londres, pero su ejecución jamas tuvo lugar, pues aunque algunos miembros del séquito español lo recomendaban, la corte inglesa se negaba a mandar al patíbulo a una Tudor. Maria intento excluir a Elizabeth de la linea sucesoria, pero el parlamento no se lo permitió. Así que Maria no pudo evitar que Elizabeth la sucediera, pero intento convertirla al catolicismo, cosa que Elizabeth aparento, aunque en el fondo seguía siendo fervorosamente protestante.


Su reinado se caracteriza por las duras represiones contra los protestantes o todos aquellos que no abrazaran el catolicismo. Fue llamada "Bloody Mary", según algunos fue un apodo bien merecido, pero otros opinan lo contrario.


Matrimonio 


Felipe de España y María Tudor

Otro de los grandes problemas que tuvo Maria, fue al casarse con Felipe de España, causando gran disgusto en Inglaterra. Maria estaba mas que satisfecha con su prometido, ademas ella había declarado haberse enamorado de el con solo ver su retrato. Maria tenia 37 años de edad, mientras que Felipe era un joven de 26 años que accedió a casarse con ella solo por razones políticas y a regañadientes partió a Inglaterra llegando a decir que "partía para Inglaterra como el que parte para una cruzada".

Y no era raro que Felipe estuviera desganado en casarse con Maria, la cual estaba avejentada, carecía de atractivo y juventud y ya no tenía dentadura. Felipe llego a Inglaterra en julio de 1554. Y el 25 de julio se casaron en la catedral de Winchester.

En noviembre Maria creyó que estaba embarazada, lo cual la puso contenta. En abril de 1555 la pareja se mudo a Hampton Court con el fin de que Maria se retirara a sus habitaciones y esperara el nacimiento del futuro hijo. Hubo un falso rumor de que un príncipe había nacido el 30 de abril. 


No había señales de algún alumbramiento, pero la hinchazón en su vientre continuaba. Después  para el 21 de mayo la hinchazón en su vientre había desaparecido. Actualmente se cree que Maria pudo haber tenido amenorrea o cáncer de ovario.

Ahora el principal objetivo de Maria era tener un heredero varón  y así evitar que su medio hermana Elizabeth tuviera acceso al trono, pero su segundo y ultimo embarazo resulto ser falso. 


Muerte


 Ella estaba en el palacio de S.t James cuando falleció  A pesar de que su testamento recogía su voluntad de ser enterrada junto a su madre, finalmente fue enterrada en la Abadía de Westminster, que mas tarde compartiría con Elizabeth I.

 El 6 de noviembre, los consejeros fueron a visitarla a su habitación para que nombrara a Elizabeth como heredera. Maria tenia la esperanza de que Elizabeth mantuviera la religión católica en Inglaterra. Ella se desvanecía y quedaba inconsciente. Y cuando despertaba encontraba a sus damas llorando. En los ratos en que ella estuvo consciente, estuvo llorando largo rato y cuando le preguntaron si era por la ausencia de su marido, ella contesto que la ausencia de su marido era un motivo, pero que también lamentaba el haber perdido Calais, diciendo: "Cuando este muerta, se encontrara Calais sepultado en mi corazón". 

Maria Tudor murió el 17 de noviembre de 1558, en el palacio de S.t James. El día que murió  sus damas creyeron que se había quedado dormida, cuando en realidad aquel fue el ultimo sueño de su vida. Tenia 42 años.





María Tudor (Parte II)

Compromisos matrimoniales
Cuando María tenía dos años, un "tratado de paz universal" fue firmado y sellado con el compromiso entre la princesa inglesa y el delfín de Francia. Durante la larga ceremonia, la princesa fue sostenida en brazos por su enfermera, y se le presentó un anillo de diamantes que fue colocado en su pequeño dedo. El contrato matrimonial francés duró solamente cuatro años, después de que las relaciones diplomáticas con Francia cambiaron, y María fue prometida a su primo de veintidós años, el emperador Carlos V. María, con tan sólo seis años, se presentó ante el embajador imperial, danzando elegantemente y tocando el virginal. Gattinara, el canciller imperial, solicitaba que María fuese entregada a los siete años con una dote de 1.000.000 de ducados (330.000 libras). Wolsey respondió que María se quedaría en Inglaterra hasta cumplir los doce años y llevaría una dote de 90.000 libras. El compromiso se firma el 24 de noviembre de 1521 en Brujas entre Margarita de Austria y Juan de Berghes, como apoderados de Carlos V, y Wolsey en nombre de Enrique VIII. Hasta que María no cumpliera doce años Carlos no contraería matrimonio ni Enrique prometería a su hija con otro. A esa edad se casarían "per verba de praesenti", habiendo Carlos gestionado antes en Roma las oportunidas licencias por su estrecho parentesco. María sería enviada a Brujas o a Bilbao. Su dote alcanzaría las 80.000 libras si todavía fuera la heredera de la corona y 120.000 si ya no lo fuera. El nuevo tratado de Windsor, que ratificaba el anterior de Brujas, se concluyó el 19 de junio de 1522 y concedía a María los señoríos otorgados a Margarita de York en su boda con Carlos el Temerario. Este acuerdo con el emperador motivó a Enrique a consultar a sus juristas, entre ellos Stephen Gardiner, si los hombres por ley o por cortesía tenían derecho a los títulos de sus esposas. Se llegó a la conclusión de que el esposo de María no podría ser rey por derecho, aunque ella podía otorgarle el título y tratamiento de rey si lo quisiera.


Carlos V

Se cruzaría en el acuerdo una brillante competidora para la princesa María, su prima Isabel de Portugal, cuya dote era incomparablemente mayor. El emperador, tras su coronación en Aquisgrán, enviaría personas de su confianza para conocer cómo era aquella novia con la que se había comprometido. Los emisarios pudieron apreciar la alegría de María y comprobaron el sentir del pueblo inglés en las salidas públicas de la princesa. Todo convergía hacia ella; jamás pareció existir una niña más feliz, más amada y admirada. Admirada por todos, como posible reina de Inglaterra y futura emperatriz, había sido acostumbrada por su madre a dirigirse con sencillez hacia los más necesitados. Con entusiasmo apadrinaba a niños encumbrados y desvalidos; más de cien ahijados se le contaban ya, a quienes solía prodigar cuantos regalos le permitían las ordenanzas de su Casa.

Carlos V se sentía acosado por la petición de los españoles para que consolidara la monarquía con su bella prima Isabel de Portugal. Giovanni Battista Sangi comentaba en Roma: "No parece que la hija del rey de Inglaterra lleve este reino en dote ni para Carlos ni para el Delfín". De vez en cuando, Carlos solicitaba que su futura esposa fuera llevada a España para completar allí su educación. En respuesta recibió un cumplido hacia la persona de su tía Catalina:
"María es el único tesoro de su padre y del reino, no podía separarse tan pronto de ella; además, si el Emperador quisiera buscar por toda la Cristiandad la mejor maestra para educarla en los usos de España, no encontraría a otra más apropiada que la Reina, su madre, de sangre real española y tan afecta al Emperador para formarla y educarla a su entera satisfacción".

El 22 de julio de 1525 Carlos firma sus capitulaciones matrimoniales con Isabel de Portugal, para satisfacción de España y despecho de los ingleses. La unión entre Carlos y María nunca tuvo lugar, pero el vínculo entre ellos duró hasta la muerte, con María confiando en el consejo y apoyo del católico emperador, ya que el poderoso emperador estaba íntimamente asociado a los recuerdos de sus años felices.

Princesa de Gales
En el verano de 1525, María es enviada al castillo de Ludlow para presidir su propia corte en Gales. Enrique procedió a nombrar a Henry Fitzroy, su hijo ilegítimo, duque de Richmond y de Somerset, así como conde de Nottingham. Eran los títulos tradicionalmente reservados para el heredero al trono. Las protestas de la reina, afirmando que su hija era la heredera legítima, tocaban en lo más vivo el problema dinástico que ya empezaba a preocupar a Enrique VIII. El castillo de Ludlow sería la residencia de María durante un año y medio, hasta sus once años. María, en la sala del trono, tenía que dispensar justicia y ceremonia, atendida por más de veinte ujieres. Un complicado ceremonial presidía sus comidas oficiales, donde se llegaban a ofrecer hasta treinta y cinco platos.



Henry Fitzroy

Durante las visitas de María a la corte de sus padres debió percibir algo extraño en el ambiente, por más que Catalina intentará ocultar su sufrimiento y humillación. El 18 de agosto de 1527 se firmaba un contrato matrimonial de la princesa con el duque de Orleans, celebrado en Greenwich. Mientras María volvía a Ludlow, dos semanas después de aquella recepción por motivo de su compromiso con el hijo de Francisco de Francia, un tribunal presidido por Wolsey cuestionaba la validez del matrimonio de Catalina con Enrique VIII. En verano de 1527, Enrique informó a la reina de sus intenciones de divorcio, iniciando un proceso que se prolongaría por casi seis años, convirtiéndose en un período miserable para María. 

Adolescencia




Los años adolescentes de María fueron muy tristes. Se veía obligada a presenciar el rechazo dispensado a su madre, por un padre fascinado por una mujer a quien llamaban "la gran puta". La princesa que alguna vez había sido tan querida en la cote, ahora raramente aparecía en presencia del rey; en cambio, pasaba largas horas con su afligida madre, observando la desesperada lucha de la reina por mantener su dignidad. Entre los once y diecisiete años, María se enfrentaba a uno de los hechos más duros de su vida. Contemplaba un futuro incierto como hija bastarda de Enrique si éste conseguía anular su matrimonio.

En julio de 1533, la princesa María, de diecisiete años, recibió un terrible mensaje. Se le informó que el matrimonio de sus padres había sido declarado inválido y que el rey había desposado a Ana Bolena. También se le dijo que ya no podría comunicarse con su madre, ya sea verbalmente o por escrito. Según los relatos contemporáneos, María permaneció compuesta al recibir esta noticia, incluso escribió una carta para felicitar al rey por su matrimonio (lo cual es poco probable en vista de su postura respecto a la nueva reina). Interiormente, la princesa debió sentir que su mundo se había desmoronado.

Unos meses después de la boda de su padre, María se mantuvo en su residencia en Beaulieu, pero esta independencia no iba a durar. La reina Ana estaba determinada a humillar a su hijastra. Incluso se le escuchó jactarse de envenenar a María con "demasiada cena" o "casarla con algún criado". En septiembre de 1533, la reina Ana dio a luz a una niña, Isabel Tudor. Con el nacimiento de su medio hermana, María fue despojada de su título de princesa y se le ordenó trasladarse a Hatfield House, donde serviría como dama de honor de la princesa Isabel.

Hatfield House


Unos días antes de la Navidad de 1533, María fue trasladada a Hatfield. Ahora sería conocida como lady María y sería privada de la compañía de muchas de sus damas, incluida la mujer a quien veía como una madre sustituta, Margaret Pole. La llegada de María a Hatfield fue descrita más tarde por el embajador Chapuys, quien escribió al emperador que a la joven se le había asignado la peor habitación de la casa, donde ella se recluyó para llorar a solas.

Una batalla de voluntades se desarrolló cuando María adoptó una postura de determinada dignidad, mientras que los miembros de la comitiva de la princesa Isabel emprendieron una deliberada campaña para humillarla. En cada ocasión, María se negaba a responder al título de lady María así como dirigirse a su medio hermana como princesa. La joven fue castigada, primero con la confiscación de sus joyas y prendas. Su anterior institutriz, lady Shelton, quien ahora lo era de Isabel, además de ser tía de Ana Bolena, llegó a abofetear a María cuando se proclamaba princesa. Cuando llegaban visitantes con el fin de ver a lady María, la institutriz se aseguraba de que ella permaneciera encerrada en su habitación y con las ventanas cerradas. Cualquiera que fuera amable con lady María era despedido. Más angustiosas eran las visitas de su padre a la princesa Isabel, precedidas por la orden de que su hija mayor permaneciera en su habitación, lejos de su vista. Dos semanas después de su décimo noveno cumpleaños, María cayó seriamente enferma. Había comenzado a sufrir una serie de trastornos, dolores de estómago, dolor de cabeza y depresión, que la perseguirían por el resto de su vida, pero este ataque era especialmente aterrador. Mientras yacía en la cama, aquejada por dolor y fiebre, circulaban rumores que había sido envenenada. 

Catalina de Aragon

María todavía estaba débil y deprimida cuando recibió una noticia devastadora. El 12 de enero de 1536, lady Shelton le informó que su madre había muerto. Catalina había enfermado desde finales de 1535, muriendo el 7 de enero. Lady María debió sentir que se avecinaba un futuro oscuro, siendo que su fortuna estaba por cambiar, pues la muerte de su madre había acelerado la caída de la mujer que la había reemplazado en el trono. Cuatro meses después de la muerte de Catalina de Aragón, la reina Ana fue ejecutada por adulterio y el rey tomó como esposa a Jane Seymour.

A pesar de la muerte de Ana Bolena, Maria no estaba del todo segura. El rey había mandado al duque de Norfolk y algunos miembros del consejo privado para exigir a María que firmara unos artículos donde renunciaba a la supremacía del papa y la declaración de que el matrimonio de sus padres era inválido. Ella se negó a firmarlos viéndolo como una traición hacia su madre. Después de ser amenazada con ser enviada a la Torre de Londres, María firmó aquellos documentos el 15 de junio de 1536. A su regreso a la corte, tenía veinte años y hace cinco años que no veía a su padre. 

María recupera el favor real


Supuesto retrato de María Tudor

El trato que la tercera esposa de Enrique le dispensaba a su hijastra María era especialmente sensible. Mucho antes de su matrimonio, se consideraba que Jane Seymour estaba "bien dispuesta" hacia la muchacha orgullosa y triste siete años menor que ella; dadas las dificultades de sus respectivas posiciones, puede haber crecido cierta amistad entre ambas. María era sumamente dependiente de la amistad femenina, despojada del contacto con su madre durante muchos años antes de la muerte de esta última. En corrección, sentido del deber y piedad, las dos jóvenes, Jane, la reina, y María, la ex princesa, eran bastante parecidas. 
Las cuentas reales dan testimonio de un continuo intercambio de regalos entre la reina Jane y "su más humilde y obediente hija y servidora". 


María era de estatura muy baja, como su madre, y, como la difunta reina Catalina, tenía esa extraña voz ronca que contrastaba con su pequeña estatura; pero no era rechoncha como había sido la reina Catalina en su juventud: se la consideraba "delgada y delicada". Pero María no era fea, sino "más que moderadamente bonita" según una descripción.


Jane Seymour, tercera esposa de Enrique


Tanto Isabel como María eran ilegítimas. Pero las posiciones relativas de ambas jóvenes en ese punto eran muy diferentes. Con la rehabilitación de María, la cuestión de su matrimonio volvía a tener importancia. Dadas las grandes conexiones de María, se hablaba de que se la reconocería como presunta heredera de su padre hasta que llegara un hijo. Pero Isabel, sin lazos dignos de mención, por el momento sólo compartía la desgracia de su madre, ya que su posibilidad de casarse no podía considerarse una cuestión urgente. 



Jane fue muy amable con María. Le permitía sentarse a su lado en la mesa y que caminara a su lado, y no detrás de ella. Jane fue la única esposa que pudo darle un hijo varón a Enrique. El príncipe Eduardo nació el 12 de octubre de 1537. María tuvo el honor de actuar como madrina del príncipe  Desgraciadamente, 12 días después del nacimiento, Jane muere por fiebre puerperal. 


Ana de Cleves


En 1540, Enrique se caso con Ana de Cleves para lograr una alianza con un principado alemán. Enrique envió al pintor Holbein para que pintara a Ana y a su hermana Amelia. Enrique escogió a Ana, pero cuando la vio por primera vez, quedo totalmente decepcionado del aspecto de su futura esposa. María fue una de las mujeres que recibió a Ana en su llegada a Inglaterra, y de inmediato se hicieron amigas. Ana de Cleves asistió a la coronación de María en 1553. 


Catalina Howard

Enrique se había enamorado de una de las damas de Ana de Cleves, la joven Catalina Howard. Ella era prima de Ana Bolena y sobrina del duque de Norfolk. María no se llevaba bien con Catalina. La nueva reina era unos cinco años más joven que su hijastra. María tuvo dificultades para darle a Catalina la reverencia que había tenido con las dos anteriores reinas. Debido a esto, Catalina despidió a dos de las doncellas de María. En Año Nuevo, María envió a Catalina envió un regalo, a lo que la reina correspondió con obsequios. No hubo oportunidad de una reconciliación pues Catalina fue ejecutada en 1542 por adulterio. 



En 1543, Enrique se casa con su sexta esposa, Catalina Parr. Ella era educada y devota. Thomas Seymour (hermano de Jane Seymour) se sintió atraído por ella y le propuso matrimonio. Pero fue en ese entonces cuando Enrique se intereso en Catalina. La nueva reina miraba a su hijastra mayor más como una hermana, ya que era solo cuatro años mayor que María. Catalina se preocupaba por la salud de María y le enviaba medicamentos. Incluso le otorgaba dinero de su bolsillo. Catalina se intereso en unir a la familia del rey. La relación de Catalina con María se enfrió tras la muerte del rey Enrique y el apresurado matrimonio de la reina viuda con el hermano del lord protector, Thomas Seymour. 







Bibliografia
Fraser, Antonia: Las Seis Esposas de Enrique VIII, Ediciones B, Barcelona, 2007.

Pérez Martín, María Jesús, "María Tudor. La gran reina desconocida", Ediciones RIALP, Madrid, 2008.



Bingham, Jane, "The Tudors", Metro Books, New York, 2012. 

María Tudor (Parte I)




Nacimiento e infancia
El 18 de febrero de 1516, a las cuatro de la mañana, la reina Catalina dio a luz en el palacio de Greenwich a una hija que fue llamada María. El parto había sido largo y duro, aunque la reina había tratado de protegerse contra los dolores del alumbramiento aferrándose a una santa reliquia —un cinturón— de su santa patrona. Aparte de los sufrimientos de la madre, el bebé era sano, robusto incluso. Antes de su nacimiento, sus padres habían tenido cuatros hijos mortinatos o que habían fallecido poco después de nacer. 

Enrique VIII y Catalina de Aragón, padres de María

Como en todo alumbramiento de toda dama real de esa época, se había esperado con confianza un príncipe. La llegada de una princesa significó que las celebraciones fueran adecuadamente reducidas. Por ejemplo, los mensajeros que llevaron la buena noticia —modificada— a la Universidad de Cambridge recibieron sólo 28 chelines y 6 peniques de los censores, además de un poco de vino moscatel, mientras que los mensajeros que habían dado la noticia del alumbramiento del bebé de corta vida en 1511 habían recibido más dinero —40 chelines— y más vino. Más arriba en la escala social, Giustinian, el embajador veneciano, se tomó deliberadamente su tiempo para presentarle sus congratulaciones al rey. Y cuando finalmente lo felicitó, el embajador hizo un comentario poco afortunado aunque certero: "Vuestra Serenidad habría experimentado mayor satisfacción si [el bebé] hubiese sido un hijo" Pero el rey Enrique estaba de buen humor. "Seguirán los hijos", le dijo a Giustinian. Señaló: "La reina y yo somos jóvenes".  Era el punto de vista expresado por una balada contemporánea sobre el tema de "esa bella damita":

"Y envíale pronto un hermano                                                           
que sea el justo heredero de Inglaterra." 

María fue bautizada en la Iglesia de los frailes observantes de Greenwich el 20 de febrero 1516 en una ceremonia magnífica que, inevitablemente, se había preparado para el esperado príncipe. El dosel que iba sobre ella era llevado por cuatro caballeros. Entre ellos sir Thomas Parr y sir Thomas Bolena. Los padrinos fueron el ministro del rey, Thomas Wolsey, que había sido nombrado cardenal en 1515, la tía abuela de María, Catalina de York, hija del rey Eduardo IV y viuda del conde de Devon, y la duquesa de Norfolk. En su confirmación, la cual (de acuerdo con la práctica real acostumbrada), seguida inmediatamente después del bautizo, Margaret Pole actuó como madrina. Después del bautismo y la confirmación, María, precedida por sus padrinos, fue llevada a la cámara de la Reina y fue presentada a Catalina. 

Durante los primeros años de María, Catalina mantuvo a su hija cerca de ella en la corte. En los palacios más grandes, ella tenía su propia "cámara", o un conjunto de habitaciones que formaban parte de la suite de la reina, que era mucho más grande. A la princesa se ​​le dieron dos habitaciones: una interna, donde dormía en su cuna cada día, y una exterior, en donde recibía visitantes. 
Lady Bryan tenía una habitación, y la lavandera otra donde trabajaba y dormía. Probablemente había una cámara de dormitorios para los funcionarios menores femeninos y un alojamiento para el capellán de María. Encontrar espacio para muchos era imposible en todos, menos en los palacios más grandes. Y el problema se agravó cuando los criados masculinos, que eran en cantidades considerables, se añadieron al personal de enfermería. 

Wolsey

A finales de 1519, Wolsey, actuando en nombre de Enrique, llevó a cabo una reforma general para el gobierno real y el hogar. María también recibió atención. Se le asigno a María un ingreso fijo de un año a partir de £1100 del Tesoro de la Cámara. Ahora María tenía un hogar independiente correspondiente a su condición de Princesa de Inglaterra. 

Educación
En general, el cuidado que ponía Catalina en la educación de María consistía más en la supervisión y el nombramiento de profesores que en la enseñanza directa. Pero, aún así, estudiaba latín juntas. En una época en que las niñas, incluso las de la nobleza, se les daba una cantidad mínima de educación superior, a María se le otorgaron los mejores tutores y estudió las obras de destacados especialistas: Linacre, William Lily, Sir Tomás Moro, Erasmo de Rotterdam y el humanista español, Vives. Hablaba latín, francés, español y entendía el italiano. Ella aprendió las habilidades básicas de montar a caballo, la costura y el bordado y tenía un talento musical natural. Ella, al igual que su padre, se destacó en la espineta y el virginal. Buscaba cualquier excusa para mostrar sus talentos musicales.

Vives supervisaría la educación de María. Advierte que dos o tres niñas de su edad debían acompañarla en sus clases para fomentar el estímulo de la competición. Daría reglas para la pronunciación del griego y del latín y exigiría que las lecciones de estas lenguas fueran memorizadas cada día y las leyera dos o tres veces antes de acostarse para facilitar la retención. La princesa pronto adquirió el dominio del latín; a los nueve años alcanzó el nivel que se exigía a los doce. El francés lo aprendió pronto y con facilitad. El español le era familiar y querido por oír hablar a su madre con las damas y servidores españoles que todavía se encontraban junto a ella. El italiano lo llegó a practicar, pero con menor perfección.

Margaret Pole

También hubo un cambio de institutriz aproximadamente al mismo tiempo. Lady Bryan era una competente gerente de guardería de alto nivel. Pero, parece que sentían que le faltaba el estado y tal vez el talento para supervisar la educación en rápido desarrollo de la princesa. Su reemplazo fue Lady Salisbury, el cual parece ser ideal. La condesa era confidente de Catalina y ella era de sangre real, religiosa y virtuosa. También estaba seriamente interesada en aprender. Uno de sus propios hijos, Reginald Pole, futuro cardenal, fue de los aristócratas ingleses más eruditos y piadosos de su generación. Y mientras que ella era institutriz de María, la condesa encargó una traducción del sermón de Erasmus "De inmensa dei misericordia" (la gran misericordia de Dios)



Los resultados de la atención de la condesa fueron claros en 1520, cuando María fue a su primera visita de Estado. Un grupo de caballeros franceses habían venido a Inglaterra. Fueron recibidos en la cámara de María, que contó con la compañía de su institutriz, Lady Salisbury, la duquesa de Norfolk, y otras damas de la nobleza. María estaba en su mejor comportamiento. Dio la bienvenida a sus visitantes "con su más hermoso rostro, la comunicación adecuada, y un pasatiempo agradable en tocar en el virginal..."

El orgulloso padre, para quien María era "la perla más grande del reino", pasaba poco tiempo con su hija. En sus primeros años, la princesa María sólo veía a sus padres en ocasiones especiales, donde se presentaba con sus mejores galas. Al rey le gustaba llevar a la pequeña princesa alrededor de la habitación y jactarse de que su bonita hija nunca lloraba. 



Bibliografia
Starkey, David: Six Wives, Harper, New York, 2004.

Fraser, Antonia: Las Seis Esposas de Enrique VIII, Ediciones B, Barcelona, 2007.

Bingham, Jane, "The Tudors", Metro Books, New York, 2012. 


2 may 2013

El nacimiento de la princesa Elizabeth Tudor (Parte 2)


Hatfield, la casa de la princesa Elizabeth


En este aspecto, la reina Ana no se preocupaba en absoluto de su bebé en el sentido moderno, ya que se creía adecuado al rango de una princesa que tuviera su propia casa. Esto hace que la relación de la reina Ana con su hija pequeña sea particularmente dificil de establecer durante los pocos años que vivió para gozarla. Sabemos que la princesa Elizabeth había sido puesta al cuidado de lady Bryan, fue destetada a la edad de trece meses. Pero la orden provenía del rey, y la formalidad de su lenguaje —"con el asentimiento de su alteza la reina"— ejemplifica un modo de vida en que el ceremonial que acentuaba el rango de un niño era primordial. 


Enrique y Ana eran padres distantes, igual que muchas familias reales. Pero esto no significa que no amaran a su hija. Ana iba frecuentemente a Hatfield House y recibía informes acerca de su hija. Ella elegía la ropa de su hija. El sastre personal de la princesa se llamaba William Loke. Ana ordenaba que se le confeccionaran a la princesa vestidos de damasco, raso y satén verde. 




María Tudor, la hermanastra ilegítima de Elizabeth


El heraldo real remarcó el cambio de su condición de la hija primogénita del rey cuando proclamó a la recién nacida princesa Elizabeth como primera hija "legítima" del monarca. De inmediato, María fue la perdedora por el nacimiento de un bebé sano de la nueva esposa del rey. 


Si bien la disolución formal del matrimonio de sus padres en Dunstable, en mayo de 1533, había vuelto a María teóricamente ilegítima, hasta ese momento no se había tomado ninguna medida para remarcar el hecho. Fue en noviembre de 1533 que la casa de María bajo la tutela de la condesa de Salisbury —la de una princesa real— fue disuelta y ella trasladada a la casa de la princesa Elizabeth, respecto de la cual era oficialmente inferior. 



Estaba también la desconcertante cuestión de la actitud del rey Enrique hacia su hija. Sin duda, en el momento del divorcio de 1533 aún le tenía mucho cariño; era un hombre afectuoso, muy amante de sus hijos —en tanto no se interpusieran en su camino— y la princesa María había sido en la infancia una niñita encantadora, sumisa y cariñosa, su "perla", como una vez la describió Enrique. 


Así como los derechos de María al trono no podían ser descartados a la ligera antes del nacimiento de Elizabeth, tampoco podía suponerse que el amor del rey por ella hubiese muerto junto con el amor por la madre. En octubre de 1532 hubo un grato encuentro entre padre e hija en el campo que se ha sugerido que no fue mera coincidencia. El rey no dijo mucho, salvo preguntarle a María cómo estaba, y asegurarle que en adelante la visitaría con mayor frecuencia. En cuanto a la relación de María con su madre, el rey no se mostraba resueltamente duro. Catalina y María podían escribirse mutuamente y en junio de 1533, cuando María enfermó, el rey permitió que el médico y el boticario de la reina Catalina la atendieran.

La nueva "lady María", que había usado el título de princesa desde que tenía uso de razón, fue humillada. Además, se le exigía que presentara sus respetos a su hermanastra Elizabeth: oficialmente una princesa real pero para ella no más que la hija de la odiada concubina. La salud de María se resintió. Ya no tenía su casa independiente sino que vivía en la estela de Elizabeth. Era particularmente intolerable tener que "mudarse y seguir a la bastarda", informó Chapuys, cuando la princesa María estaba indispuesta; eso lo hacía peor.


Los servidores de María, como los de su madre, estaban indignados con la relegación de que había sido objeto, y les costaba, como es lógico, no cometer equivocaciones. Lady Anne Hussey explicaba con cierta desesperación que la razón por la cual se había dirigido a lady María como a una princesa, era que estaba acostumbrada desde siempre a llamarla así.

Las amenazas vulgares que se comenta que la reina Ana hizo a María —"ella haría de la princesa una criada de su casa...o la casaría con algún sirviente", se jactó en abril de 1533— estaban obviamente enraizadas en los celos de ese afecto paternal, potencialmente peligroso para la posición de la propia Ana. Cabe imaginar que los informadores de Chapuys corrían a contarle los detalles del último estallido injurioso, cargando las tintas por supuesto. Pero si algunos detalles son tal vez demasiado coloristas, el cuadro general de la obsesión neurótica de Ana Bolena con la princesa María es bastante claro.




Madre e hija 

No se sabe mucho acerca de la relación que Ana mantenía con su hija. Pero David Starkey y Tracy Borman escriben acerca de una historia en la que Ana quería amamantar a su hija, pero Enrique se lo impidió. Sin embargo esta es una historia que carece de fundamento. Tracy Borman también menciona sobre cómo los cortesanos se avergonzaban a menudo por las muestras de afecto que daba Ana a su bebe, a la cual le encantaba tener a Elizabeth a su lado en un colchón. 
Esto no significa que la reina Ana no amara a su hija; una vida tan poco familiar no excluía necesariamente el afecto materno. Hay conmovedoras anécdotas de un período más difícil de la vida de la reina Ana que, aunque se adornaron para agradar a su hija, atestiguaron su ternura como madre. Según uno de esos relatos, le pidió al arzobispo Matthew Parker que se ocupara del futuro espiritual de la niñita; según otro, la reina Ana fue vista tendiéndole su hija en actitud de súplica a su marido enfadado.

El nacimiento de Elizabeth debilito la posición de Ana Bolena en la corte y ante los países de Europa. Una niña no era suficiente para el rey Enrique. De haber nacido el ansiado príncipe y no Elizabeth, las facciones enemigas de los Bolena habrían tenido que reconocer a Ana como reina y esposa legitima de Enrique. El fracaso de Ana en concebir un heredero varón también perjudico a la misma María Tudor, ya que de haber nacido un varón, la hija mayor del rey no habría representado ninguna amenaza. Los reyes extranjeros también habrían reconocido la legitimidad del heredero de Enrique con Ana Bolena. Y por supuesto, Enrique jamas hubiera buscado deshacerse de la madre de su hijo. 

Tras la muerte de Ana



Durante sus años como princesa, Elizabeth obtuvo su propia casa, Hatfield House, y fue respetada como correspondía a su rango. En mayo de 1536 su madre es acusada por adulterio e incesto, por lo que es recluida en la Torre de Londres, y finalmente decapitada. 
Elizabeth tuvo que cargar con la desgracia de su madre. 

El hogar de la princesa Isabel estaba en confusión y caos. Lady Bryan hizo todo lo posible para proteger a Elizabeth de los terribles acontecimientos que habían caído sobre su madre. Elizabeth, al igual que su medio hermana, fue despojada de su título de princesa y debía ser conocida como lady Elizabeth. Su padre se había casado con Jane Seymour, la cual dio a luz al hijo tan esperado por el rey Enrique. En ese momento, Elizabeth sufría el abandono de su padre y Lady Bryan se vio obligada a escribir al secretario Thomas Cromwell diciendo que ya no había dinero para vestir correctamente a Elizabeth. Se quejó de que Elizabeth "no tenia ni vestido, ni túnica, ni enaguas".  Cuando Elizabeth tenía apenas cuatro años de edad, le fue retirada la atención de Lady Margaret Bryan. El nacimiento de Eduardo era de suprema importancia para Enrique y Lady Bryan se encargó de su cuidado como lo había hecho con María y Elizabeth.


Lady Bryan fue sustituida por una nueva institutriz para Elizabeth. Su nombre era Katharine Champernowne. En 1545, Katherine Champernowne se caso con un primo lejano de Ana Bolena llamado John Ashley. Ella era conocida comúnmente por el nombre de Kat Ashley. Ella era una institutriz bien educada y afectuosa. Kat se dedicó por completo a Elizabeth. La futura reina de Inglaterra llegó a amar entrañablemente a Kat y ella jugó un papel importante en su vida como una amiga y confidente. 




Bibliografia                                                                                       Fraser, Antonia: Las Seis Esposas de Enrique VIII, Ediciones B, Barcelona, 2007.


Fuentes: 

http://www.elizabethan-era.org.uk
http://englishhistory.net