La revolución americana fue la primera de una serie de convulsiones políticas que supusieron el fin del Antiguo Régimen y el inicio de la Edad Contemporánea. Las formas de gobierno han ido cambiando a lo largo del tiempo. Por lo general, el cambio suele ser muy lento, se produce mediante reformas sucesivas y es casi imperceptible para las personas de una época. En otras ocasiones el cambio es rápido, incluso violento.
Entre 1775 y 1848, el mundo occidental sufrió unas sucesivas oleadas revolucionarias. Los primeros movimientos políticos se produjeron en el último cuarto del siglo XVIII, en dos escenarios muy alejados entre sí: Estados Unidos y Francia. Las ideas que alimentaron todas estas revoluciones fueron las mismas, pero cada proceso tuvo sus peculiaridades.
La guerra
Los primeros colonos ingleses llegaron a la costa oriental de América del Norte en 1607. En la segunda mitad del siglo XVIII el territorio se organizaba en trece colonias dependientes de la corona británica.
Las Trece Colonias estaban habitadas por 1,300,000 personas. Las diferencias entre la población no eran estamentales, como en Europa, sino raciales. La población blanca conformaba el grupo dominante, y entre ellos las diferencias de riqueza no eran tan grandes como en la sociedad europea. Frente a la población blanca, las 350,000 personas de raza negra eran esclavos, dedicados a trabajar las extensas plantaciones agrícolas del sur. Los indios nativos eran considerados enemigos y estaban excluidos de la sociedad colonial.
La revolución americana se originó, sobre todo, debido a una causa política: la población de las Trece Colonias estaba descontenta ya que aportaban impuestos como cualquier súbdito británico y, sin embargo, no tenían representantes en el Parlamento de Londres, y, por lo tanto, no tenían capacidad de decisión política.
Las colonias habían colaborado con Inglaterra en la guerra de los Siete Años contra Francia (1748-1756), y en lugar de ser recompensadas se crearon nuevos impuestos sobre el azúcar y subieron los ya existentes, sobre todo el del papel timbrado.
Las trece colonias
Esta situación hizo que desde mediados del siglo XVIII se extendiera la creencia de que no hacía falta seguir bajo la soberanía de Gran Bretaña, y en la década de 1770 provocó actos de protesta, como el Motín del Té de Boston (1773), que supuso la ruptura de las relaciones comerciales con la metrópoli. Los deseos de independencia de las Trece Colonias estadounidenses, que se fraguaron durante años de conflicto con los británicos por sus medidas impositivas y monopolistas con levantamientos como el Motín del té, estallaron el 18 de abril de 1775 cuando se produjo el incidente de Lexington: un grupo de soldados británicos que viajaba de Boston a Concord para confiscar municiones disparó contra un grupo de milicianos de la población de Lexington, haciendo así saltar la chispa que dio comienzo a la Guerra de Independencia de los Estados Unidos.
Tras el incidente, los británicos se vieron obligados a replegarse hacia Boston, donde contaban con los cerca de 4.000 "casacas rojas" enviados para apaciguar los ánimos en la región. Los sublevados, por su parte, habían reclutado ya un ejército popular entre los partidarios de la independencia y, en Mayo, los británicos fueron sitiados en Boston por un grupo de milicianos que superaba ya las 10.000 personas. Los británicos pidieron refuerzos y en su ayuda fueron enviados unos 6.000 soldados. Massachusetts se encontraba bajo la ley marcial.
Al mismo tiempo, se había reunido en Filadelfia el llamado Segundo Congreso Continental, compuesto por representantes de las Trece Colonias y que hacía las veces de gobierno provisional nacional. Entre sus acciones se incluye el nombramiento como comandante de George Washington, quien en julio se dirigió hacia Boston para organizar el ejército y dotarlo de uniformes y armamento. El Asedio de Boston continuó hasta marzo de 1776, cuando los británicos se vieron obligados a retirarse al mar en sus cerca de 120 buques, tras tomar conciencia del alcance real del conflicto y aceptar que se encontraban sumidos en una auténtica guerra.
El 4 de julio de 1776, el Congreso Continental firmó la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, redactada por Thomas Jefferson sobre la base de la Declaración de Derechos de Virginia, firmada apenas un mes antes. Entre los 56 congresistas presentes se encontraban también George Washington, John Adams y Benjamin Franklin. El Congreso fue asimismo responsable de la creación en 1777 de la primera bandera de Estados Unidos, compuesta de 13 franjas y 13 estrellas en representación de las Trece Colonias.
Tras abandonar Boston, los buques británicos, por su parte, se habían dirigido hacia Nueva York, donde se les habían unido nuevas tropas enviadas desde Inglaterra al mando del comandante William Howe. Las fuerzas británicas contaban ya unos 30.000 hombres. Los rebeldes recibieron la ayuda de Francia y, en menor medida, de España. Ambas potencias se encontraban enfrentadas a Inglaterra, por lo que vieron en el conflicto una oportunidad para resarcirse. En febrero de 1778 Francia entró formalmente en la guerra y España comenzó a colaborar con los colonos enviando dinero y armamento. Un año más tarde España declaró la guerra a Inglaterra. Ante el avance contra Inglaterra, Holanda se decidió asimismo a tomar parte en la contienda, con la esperanza de poder sacar provecho en relación a sus posiciones de ultramar.
Finalmente los ingleses firmaron la paz de París (1783), por la que reconocían la independencia de las colonias, que pasaron a denominarse Estados Unidos de América. George Washington fue elegido primer presidente de Estados Unidos en 1789.
Un nuevo orden
Los revolucionarios americanos crearon por primera vez un sistema político liberal, que se basaba en una serie de principios nuevos para los sistemas políticos de Occidente. La primera constitución de la historia se redacto en 1787 en Estados Unidos. Estos principios eran:
- El reconocimiento de que los ciudadanos tienen una serie de derechos que el poder político debe respetar. Para ello redactaron una Declaración de Derechos, en la que se establecían tres aspectos: primero, que el poder reside en los ciudadanos, que eligen a sus gobernantes a través del voto; segundo, la igualdad a todos los hombres, y tercero, las libertades para acceder a la propiedad o expresarse libremente. Sin embargo, estos derechos no afectaron por igual a toda la población; las mujeres y la población negra siguieron excluidas de la política y mantuvieron una situación de desigualdad.
- La redacción de una constitución, que promulgaba la separación de los tres poderes y, por tanto, de las funciones estatales. La Constitución de 1787 diferenciaba entre el Congreso, que detenta el poder legislativo y es el encargado de elaborar las leyes, el Gobierno, que ejerce el poder ejecutivo, dirigido por un presidente; y el poder judicial, formado por jueces independientes del poder político, que vela por el cumplimiento de las leyes.
Este sistema, con ciertos cambios, sigue vigente en la actualidad.
Rendal, Enric, La enciclopedia del estudiante: tomo 2: historia universal. Buenos Aires: Santillana, edición 2006.
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