24 nov 2016

Felipe II de España (Parte 3)

Formación internacional
Tras la muerte de María Manuela de Portugal, y poco después del cardenal Tavera, Felipe se dedicó de lleno al gobierno. En 1546 falleció Juan de Zúñiga y el 10 de mayo de 1547 murió Francisco de los Cobos. De sus principales consejeros sólo el duque de Alba estaba vivo, pero en 1546 fue llamado a Alemania por el emperador para preparar una nueva campaña contra los protestantes. Para reforzar la autoridad del príncipe, Carlos V le nombró duque de Milán en 1546.

En 1547 acontecieron hechos importantes en Europa. Francisco I, Enrique VIII, Lutero, entre otros, los principales enemigos del emperador Carlos, habían muerto. Pero el propio emperador padecía de gota y veía cerca su final. Era urgente preparar a su heredero para el nuevo panorama político. A principios de 1548, Carlos ordenó que su hijo acudiera a los Países Bajos. La marcha de Felipe provocó disgusto en Castilla, que, teniendo un rey ausente, temían que lo mismo fuera con el príncipe. Maximiliano, el sobrino del emperador, quedo al frente de la administración de los reinos peninsulares y desposó a María, la hija mayor del emperador.

María de Austria, hermana de Felipe

El príncipe disfrutó de los festejos que se hicieron en su honor y se destacó tanto en los bailes como en los torneos. En el viaje por Italia conoció al pintor Tiziano, al que encargó algunos retratos. En Trento, a donde llegó el 24 de enero, el príncipe fue recibido por los prelados dependientes de Carlos V que participaban en el Concilio y por Mauricio de Sajonia. El viaje hacia los Países Bajos duró seis meses llenos de festejos. En abril de 1549 llegó a Bruselas, donde se reunió con su padre y con el principal consejero de éste, Granvela. Felipe tuvo dificultades con el idioma, lo que hizo que los nobles locales se formaran una mala impresión inicial. Pero el joven príncipe supo adaptarse a la situación y se ganó el favor de los nobles gracias a su participación en los festejos. Finalmente, el 12 de julio Carlos V emprendió con su hijo el viaje por los Países Bajos.
A lo largo de 1549 Carlos V y el príncipe Felipe realizaron un viaje por los Países Bajos, con la intención de que tanto Felipe como sus súbditos se conocieran. El príncipe se mostró tolerante con los protestantes, disfrutó de los espectaculares festejos en su honor y sedujo a algunas damas. Felipe quedó impresionado por la riqueza y esplendor de las ciudades flamencas, en especial con Amberes, el principal centro comercial de Europa. La comitiva también estuvo en Rotterdam, la ciudad natal de Erasmo. 

El 8 de julio de 1550 Carlos V y Felipe llegaron a Augsburgo para la apertura de la Dieta Imperial. El príncipe participó en las sesiones políticas de la Dieta, en la que se debatió sobre los problemas religiosos de Alemania y la posibilidad de una invasión turca por el Danubio. En la Dieta se estableció el respeto a la fe luterana en Alemania.


Dieta Imperial

Tras la Dieta, Carlos V reunió a la familia Habsburgo para tratar sobre el reparto de su herencia. Carlos V pretendía que su hijo heredase la corona imperial junto al resto de sus posesiones, pero su hermano Fernando se negó. La reunión familiar duró seis meses, plagados de disputas y negociaciones, tras los cuales se llegó a una solución de compromiso que no sería respetada. Se acordó que la corona imperial pasaría a Fernando de Austria, de éste a Felipe y por último al archiduque Maximiliano. La estancia en los Países Bajos y Alemania se prolongó hasta mayo de 1551, fecha en la que Felipe regresó a la península ibérica para hacerse cargo del gobierno. Para entonces, el emperador estaba convencido de la capacidad del príncipe para el gobierno, pidiendo desde entonces, su opinión en todos los asuntos.

En 1551 estalló una sublevación contra el emperador por parte de los príncipes protestantes de Alemania. Felipe quiso participar en la guerra, pero permaneció en la península reuniendo efectivo para la guerra.

Segundo matrimonio: Rey de Inglaterra


Tras la muerte de Enrique VIII de Inglaterra en 1547 y la de Eduardo VI en 1553, Inglaterra y toda Europa fue testigo de la subida al trono de María Tudor, hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón, nieta de los renombrados Reyes Católicos. La nueva reina era prima del emperador (y antigua prometida) y acérrima católica, en la cual Carlos vio la oportunidad de regresar a Inglaterra bajo el cobijo de la Iglesia Católica. El emperador no podía casarse con María debido a su avanzada edad y al voto de no volver a tomar esposa tras la muerte de Isabel de Portugal, pero estaba decidido a que su hijo Felipe se ciñera la corona inglesa. 

La futura esposa de Felipe de Austria pertenecía la complicada casa de los Tudor, cuyo reino se hallaba desgarrado por facciones religiosas tras el cisma producido durante el reinado de Enrique VIII. Tras la muerte del rey, la sucesión se hallaba en un punto delicado. María Tudor representaba la esperanza de los católicos de retornar al cobijo de la Iglesia. De no ser así, el ascenso al trono de Isabel Tudor supondría un logro para los protestantes. El sector protestante se oponía firmemente a la boda con el príncipe español, siendo apoyados por los franceses, a quienes no les convenía el enlace. Los ingleses se oponían al enlace por temor a que Inglaterra se viera involucrada en las guerras del emperador.  Meses antes de la boda, la reina lidió con la rebelión de Thomas Wyatt, cuyos partidarios se oponían a la decisión de María I de unirse a Felipe de España. La rebelión fue sofocada y sus cabecillas acabaron ejecutados.


María Tudor

María Tudor se enamoró del príncipe Felipe al ver el retrato elaborado por Tiziano. La reina inglesa tenía casi cuarenta años, estaba envejecida y había perdido la belleza de su juventud. Felipe era un joven de veintisiete años, elegante y agraciado. A pesar de la oposición del Consejo al matrimonio con Felipe, la reina se empeñó en casarse con su joven sobrino. Antes de partir a Inglaterra, Felipe ordenó que su hermana Juana, recientemente viuda, se hiciera cargo de la regencia.

La corte española del príncipe estaba formada por las siguientes personas:
el almirante de Castilla,  el marqués del Valle, el duque de Alba el duque de Medinaceli, el marqués de Pescara, el conde de Agamón, el marqués de Aguilar, Don Francisco Enríquez de Rojas, el conde de Saldaña, el hijo del Almirante de Castilla, don Luis Conde de Módica, el conde de Feria, Don Luis de la Cerda, Don Enríquez, Don Antonio de Valencia, Don Diego de Acevedo, Don Pedro Portocarrero, Gutierre López de Padilla, Don Juan de Benavides y Don Pedro Manuel.



Los preparativos del viaje a Inglaterra se organizaron en Valladolid, que era en ese momento la sede de la corte del príncipe Felipe. Desde esta ciudad salió su mayordomo Gutierre López de Padilla el 26 de febrero del año 1554 hacia la ciudad de Laredo para esperar la llegada de los embajadores ingleses. Pasados unos días el príncipe Felipe despachó al Marqués de las Navas, para que llevara a la reina María una serie de joyas de gran valor: un diamante tabla engastado a manera de rosa, apreciado en cincuenta mil ducados; una gargantilla de dieciocho diamantes labrados de punta, apreciado en treinta mil ducados; otro diamante grande con una perla colgante, para colocar en la frente, apreciada en veinticinco mil ducados; además de diversos joyeles y arracadas de pedrería, perlas, diamantes, esmeraldas, rubíes, engastadas en ellas y en los anillos, de inestimable valor. En los días siguientes fueron saliendo con destino a La Coruña los objetos, que habrían de ser utilizados por el príncipe y su corte: camas de brocados y seda, doseles, arneses, armas, jaeces labrados a la morisca y al modo español, una vajilla de oro y otra de plata, blandones de plata sobredorados labrados al romano y al grutesco, candeleros, más de ochenta caballos de distintos colores, cincuenta cuartagos y caballos saltadores. 
El 14 de mayo salió el príncipe de Valladolid, tras despedirse de su abuela la reina Juana, dirigiéndose hacia Alcántara, para reunirse con su hermana, la princesa viuda de Portugal. En Inglaterra le esperaba el mayordomo mayor de la reina, conde de Arundel, que le entregó la Orden de la Jarretera. El príncipe hizo su entrada en la población por Southgate a caballo, acompañado por todos los caballeros españoles e ingleses, dirigiéndose a la iglesia mayor para orar y con posterioridad a una mansión ubicada junto a la iglesia. El lunes 23 de julio partió hacia Winchester, población situada a una distancia  de tres leguas, donde le estaba esperando la reina. 



Poco antes de llegar a Winchester fue recibido en el camino por seis caballeros ingleses acompañados cada uno por más de doscientos jinetes. Desde allí se dirigieron a la iglesia, donde les estaba esperando el obispo de Winchester. El príncipe fue recibido con un Te Deum, dirigiéndose a continuación al altar mayor, donde realizó una oración. Con posterioridad marchó al palacio episcopal, donde le esperaba la reina. Tras saludarse y besarse, como es costumbre en Inglaterra, se sentaron en unas sillas cubiertas por un rico dosel.


Ángela Cremonte Escena de Carlos Rey Emperador

Las capitulaciones matrimoniales basaban su atención en tres cuestiones principales: el reconocimiento y mantenimiento de las leyes y costumbres de Inglaterra; los derechos de sucesión de los cónyuges en el caso del fallecimiento de alguno de ellos, los de los hijos habidos en el matrimonio y los del infante don Carlos; y el mantenimiento del tratado de paz entre Francia e Inglaterra.  Otras cuestiones recogidas en las Capitulaciones eran las siguientes: la dote que la reina recibiría en el caso del fallecimiento del príncipe; la inclusión de un número determinado de nobles ingleses en la corte del príncipe; la prohibición de sacar de Inglaterra a la reina sin su consentimiento; la educación en Inglaterra de los hijos del matrimonio; la prohibición de sacar del país joyas u otros bienes importantes; y el mantenimiento de las fortalezas militares y de la fuerza naval necesarias para la defensa del reino.


  El 25 de julio de 1554, Felipe y María se casaron en la catedral de Winchester. Los esponsales se celebraron en el día de Santiago, lo que se debió a una concesión de la reina por ser ese día una festividad religiosa de especial relevancia en España. La reina iba ataviada con un vestido dorado, ornamentado con perlas y piedras preciosas.

En noviembre de 1554 se restauraba oficialmente el catolicismo, volviendo así a la obediencia de Roma, cosa que el Parlamento de Inglaterra ratificaba en enero del año siguiente. Para tranquilizar a la nobleza, se aseguró que no se reclamarían las tierras expropiadas a la Iglesia Católica y que sólo se devolverían los bienes que habían ido a parar a manos de la corona. Pero María, sintiéndose reforzada por su matrimonio, se dedicó con ahínco a perseguir a los protestantes. Su marido procuró aplacar la dureza de la persecución. Envió mensajes a través de su confesor a los obispos católicos en los que aconsejaba benevolencia y tolerancia. Su objetivo era ganarse la simpatía de sus nuevos súbditos, fuesen católicos o protestantes, por lo que no le convenía nada un excesivo rigor represivo. Logró que su esposa pusiese en libertad a su cuñada Isabel, que estaba encerrada en la Torre de Londres acusada de conspiración. A pesar de la desconfianza que su hermana le inspiraba, María era incapaz de negarle cualquier petición a su marido.

Durante su estadía en Inglaterra, Felipe intento aprender las costumbres de la isla e intento aprender inglés, con poco éxito. Sin embargo, la principal preocupación del matrimonio real era procrear descendencia. Era una cuestión delicada, puesto que María requería un descendiente que apartara del trono a su medio hermana protestante, Isabel Tudor. No era tarea fácil, pues María ya era mayor para concebir y su esposo no se sentía atraído por ella. Aparte, el historial reproductivo de la madre de María, Catalina, no era nada alentador. Y a pesar de ello, a fines de 1554, la reina anunció su embarazo. Su vientre abultado hizo creer a la reina que esperaba un hijo, pero lo cierto es que, al pasar los meses, se comprobó que no había embarazo. La inflamación se debía a una hidropesía. Algún fanático católico, como el obispo Bonner de Londres, atribuyó el chasco a un castigo divino por no ser más contundente con los protestantes, por lo que María reaccionó incrementando la persecución. Se cree que María padeció embarazos psicológicos debido a la presión por procrear un heredero. Pero hoy sabemos la verdadera causa: un enorme tumor en los ovarios. 

En agosto de 1555, Felipe partió rumbo a los Países Bajos, donde se cuenta que le fue infiel a su esposa. María se sintió desconsolada: su marido no correspondía a su amor, el ansiado hijo no llegaba y se sentía rodeada de conspiradores. Aunque se podría sospechar que los informes del embajador francés, fuente principal de lo que sabemos sobre esas infidelidades, tenían la intención de sembrar la discordia, no deja de ser cierto que María se comportó como una mujer despechada cuando volvió a ver a Felipe en marzo de 1557, tras más de un año de ausencia. Felipe volvió ya como rey de España, sólo para pedirle hombres y dinero para la guerra contra Francia.

Abdicación del emperador


Abdicación de Carlos V

En octubre de ese año, se llevo a cabo la abdicación de Carlos V en Bruselas. El 16 de enero de 1556 el príncipe Felipe se convirtió en rey de España, como Felipe II. Tras cuatro meses de estancia en Inglaterra, y conseguida la ayuda inglesa, Felipe II regresó a Flandes para dirigir la guerra contra Francia. Su mujer le despidió entre besos y abrazos, anhelando su pronto regreso. Nunca volvieron a verse. La reina de Inglaterra envió emisarios a su marido informandole que estaba embarazada. Felipe II no le creyó, por lo que envió al duque de Feria para comprobarlo. Éste desmintió el rumor. María enviaba cartas de amor a su marido, quien respondía con frases protocolarias. La reina María se fue consumiendo en la soledad de sus aposentos. El disgusto por la pérdida de Calais a manos de Francia, la última posesión de Inglaterra en el continente, había mermado sus fuerzas. Felipe envió a su confesor para asegurarse de que nombraría heredera a su hermana, pues el rey veía la posibilidad de casarse con ella. María, pensando que tras el sacerdote llegaría su esposo, se sintió decepcionada al no percibir señales de regreso. El 17 de noviembre de 1558, María I de Inglaterra falleció en Londres.


Bibliografía
Peter Pierson. (1975). Felipe II de España. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica. 

Losada, Juan Carlos . (2005). María Tudor: La reina sanguinaria. Noviembre de 2016, de El País Semanal Sitio web: http://www.estudiocriminal.eu/

Morales Folguera, José Miguel. (2009). El arte al servicio del poder y de la propaganda imperial. Noviembre 2016, de Universidad de Málaga Sitio web: http://www.raco.cat/

http://www.mcnbiografias.com/

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