8 jul 2015

Isabel de Castilla "la Católica" (Parte 5)

El descubrimiento de América 



El descubrimiento de América, realizado el 12 de octubre de 1492 por Cristobal Colón, es uno de los capítulos más complejos de la historia universal. Fue un hecho que cambió el curso de la historia. A pesar de que Europa se vio muy beneficiada por dicho descubrimiento, pocas o ningunas fueron las ventajas para los pobladores de aquellas tierras. La llegada de los europeos a territorio americano supuso un colapso demográfico en la población nativa.


Bien es cierto que la línea trazada por Fernando tenía como objetivo la expansión hacia el Mediterráneo (Italia y Sicilia) pero con estas nuevas aportaciones, Castilla se abría al Atlántico. Es necesario aclarar que los expedicionarios que viajaron con Cristóbal Colón no fueron los primeros europeos en llegar a América. En el siglo X los vikingos habían recorrido el Atlántico Norte y, tras descubrir Groenlandia, llegaron a las costas más septentrionales del continente americano, a las que llamaron Vinlandia. Pero estas expediciones no tuvieron continuidad y fueron olvidadas. 



Encuentro de Isabel con Colón

En la época medieval, el comercio de Europa con el Lejano Oriente había alcanzado cierto desarrollo. A través de la Ruta de la Seda se traían de Asia artículos de lujo, como las especias, los perfumes, las sedas, las piedras preciosas y el marfil. Sin embargo, la situación cambió a partir de 1453, cuando los turcos otomanos conquistaron Constantinopla y cortaron el camino terrestre que unía Europa con Asia. Por ello, los europeos intentaron buscar nuevas rutas que llegaran al Oriente por mar. 

Cristobal Colón

Colón intentó que el rey de Portugal financiara su proyecto. Pero los portugueses ya estaban embarcados en la empresa africana y no le hicieron caso. Finalmente, Colón marchó a Castilla, donde, tras varios intentos, obtuvo el apoyo económico de los Reyes Católicos. En abril de 1492, los reyes Isabel y Fernando firmaron junto a Colón un acuerdo, las Capitulaciones de Santa Fe. En ellas se establecía que Colón recibiría el Almirantazgo, el Virreinato y la Gobernación de todas las tierras que descubriese y la décima parte de las riquezas halladas. Ambos reyes apoyaron a Colón, pero especialmente Isabel.

El 3 de agosto de 1492, Colón partió del Puerto de Palos con tres embarcaciones: la Niña, la Pinta y la Santa María. Pasados más de dos meses de navegación, avistaron tierra. Creyeron haber llegado a las Indias Orientales, pero en realidad se habían topado con un continente desconocido, América. La corona española no había logrado llegar a las Indias, pero consiguió algo mucho mejor: la oportunidad de construir un imperio.



El 12 de octubre de 1492 se escucho desde La Pinta el grito "Tierra a la vista". Pero Colón creyó que había llegado a Asia y en su primer viaje confundió Cuba con Japón. Más tarde, Juan Caboto y Américo Vespucio demostraron que se trataba de un continente nuevo.





Alianzas matrimoniales
Isabel educó a sus hijos con la idea de que tenían obligaciones por ser hijos de reyes y tal rango implicaba sacrificios. Isabel se negó a casarse contra su voluntad y rechazó varios pretendientes, entre ellos el padre del rey Juan II de Portugal. Pero la reina no daría la misma libertad a sus hijos. Castilla y Aragón requerían aliados, pero dichas alianzas debían sellarse con un matrimonio. En ese tiempo, las bodas se celebraban por conveniencia política, incluida la de Isabel y Fernando. Sin embargo, ellos tuvieron la suerte de que con el tiempo surgiera el amor. Faltaba ver si sus hijos tendrían la misma suerte. El propósito de estas alianzas era aislar Francia colocando a sus hijos en los principales tronos de Europa. 

El matrimonio resultaba más fácil para el príncipe Juan, pues él no tenía que abandonar su país, cultura, amigos y familiares. Eran las infantas quienes tendrían que mudarse a un país extranjero, donde ni siquiera conocían al novio. Pero esto es mal visto si se juzga desde la perspectiva moderna. Así era la política en el siglo XV. Y, a decir verdad, Isabel y Fernando fueron más benévolos en comparación con otros padres regios de la época. Hubo casos de monarcas que comprometían a sus hijas adolescentes con reyes ancianos. Esta el caso de Enrique VIII, que casó a su hermana con el rey Luis XII de Francia, quien le llevaba más de treinta años. A diferencia de la infanta María, los reyes se aseguraban de que los consortes de sus hijos tuvieran casi la misma edad que los príncipes. 

Las piezas fundamentales en esta partida de ajedrez dinástico, con todo Europa como tablero, eran Borgoña y Austria. En 1477 sus casas se habían unido por el matrimonio de María de Borgoña con Maximiliano de Austria. El conveniente nacimiento de un hijo y una hija de esa pareja de Habsburgo, de una edad que podía conciliarse con la de una princesa y un príncipe de España, puso al alcance de Fernando una jugada brillante. En agosto de 1496, tres años después de que Maximiliano fuera nombrado emperador, la infanta Juana partió hacia la corte borgoñona para casarse con el archiduque Felipe de Austria; en abril del año siguiente, su hermano Juan se casó con la archiduquesa Margarita, que había sido llevada a España. 
María e Isabel de Aragón fueron utilizadas como monedas de cambio para establecer la alianza con Portugal. Tal como Escocia para Inglaterra, así era Portugal para España: un vecino cuya proximidad geográfica lo convertía permanentemente en un aliado o enemigo potencial. Catalina, la menor, fue comprometida con el heredero de Inglaterra, Arturo Tudor. Este último compromiso reforzaría el derecho al trono inglés de la dinastía Tudor, cuya legitimidad era puesta en duda por la realeza europea. En esa época, los Trastámara eran la casa real más prestigiosa. El futuro suegro de la infanta Catalina, Enrique VII, había ganado la corona a punta de espada. A primera vista, Inglaterra era una potencia menor en comparación con el poderoso trío formado por España, Francia y el que llegó a ser el Imperio de los Habsburgo. No obstante, Inglaterra gozaba de ciertas ventajas naturales en todo juego diplomático o militar. Los mercantes españoles que deseaban llegar a Holanda, los mercantes borgoñones que se dirigían a España, necesitaban la protección de los puertos ingleses si Francia estaba cerrada para ellos. 



Isabel como reina de Aragón
Fueron raras las ocasiones en las que Isabel de Castilla pisó tierras aragonesas. Isabel era una mujer de carácter, pero su marido no lo era menos. Ella dejo claro a su marido que en Castilla él solo era consorte, así como ella lo era en Aragón. 
Solo una entre sus cinco hijos nació en Aragón. El padre de Fernando, Juan II, quiso que el príncipe Juan se educara en Aragón, pero Isabel no lo permitió. Fue en Barcelona donde los reyes recibieron a Colón luego de que éste finalizara su primer viaje. 
A diferencia de Castilla, el reino de Aragón no sufrió mucho cambios. Mientras en Castilla el poder se concentraba en la Corona, en Aragón los privilegios de la nobleza limitaban mucho el poder del rey. Aragón continuo su rivalidad con Francia, un conflicto ya antiguo, pero el reino de Francia no estaba particularmente enemistado con Castilla. 


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