13 abr 2014

Elizabeth I de Inglaterra (Parte 2)

Educación



Kat Ashley tenía una alumna muy capaz en la joven Elizabeth. Un visitante asombrado informó que a sus 5 años, ella se conducía "con tanta gravedad, como si hubiera sido de cuarenta años de edad". Roger Ascham llegaría a convertirse en su tutor durante su adolescencia. Elizabeth pudo haber sido imparable en su búsqueda del aprendizaje, pero estaba lejos de ser simplemente un ratón de biblioteca. Desde muy temprana edad, disfrutó de equitación, la caza y tenía pasión por la música y el baile. Podía tocar el laúd, el virginal, cantar y escribir música. También trabajó duro en la costura y el bordado, logrando hacer una camisa a los 5 años. 


Hasta sus 9 años de edad, Elizabeth continuó viviendo tranquilamente en el país, pasando la mayor parte de su tiempo en Hatfield House. Ella vio muy poco a su padre, y su medio hermano Eduardo tenía su propia casa, aunque los dos niños de la realeza a menudo estaban juntos. Elizabeth tuvo otras dos madrastras en su niñez, Ana de Cleves y Catalina Howard. Con la primera estrechó lazos de amistad. Catalina, en cambio, era prima hermana de su madre. Sin embargo, la dramática ejecución de Catalina Howard impacto a la niña de ocho años, cuya madre tuvo un destino similar.  


Roger Ascham

En la sexta esposa de su padre, Elizabeth finalmente encontró una madrastra en la que podría confiar. Catalina Parr invito a todos los hijos de Enrique a la corte. Ella también ayudó a establecer una nueva rutina educativa para Elizabeth y Eduardo. En el momento en que tenía 10 años, Elizabeth se estaba beneficiando de la enseñanza de algunos estudiosos sobresalientes. William Grindal, un hombre brillante de Cambridge, era su principal tutor hasta que tenía 15 años, y cuando murió de la peste, su cargo fue tomado por el polifacético humanista Roger Ascham. El erudito Roger Ascham entrenó a Elizabeth en estudios clásicos, teología, francés e italiano. Ascham se deleitaba en el hecho de que su alumna real podría discurrir inteligentemente sobre cualquier tema, afirmando que Elizabeth era "la estrella más brillante" de todas las damas cultas en Inglaterra.



Catalina Parr, sexta esposa de Enrique VIII

Conforme se acercaba a su adolescencia, Elizabeth pasó más tiempo en la corte. Ella se sintió alentada por su madrastra a participar en animados debates sobre religión. En este período, Elizabeth observó también la dramática disminución de su padre en un hombre enfermo, viejo e hinchado. Sin embargo, a pesar de sus muchos defectos, Enrique seguía siendo una fuente de inspiración para su joven hija. Como reina, Elizabeth solía apelar a la memoria pública del buen rey Hal, e hizo un intento deliberado de seguir el ejemplo de su padre como un monarca todopoderoso.

Adolescencia
Tras la muerte de Enrique VIII en junio de 1547, Elizabeth sabía que su posición como hermana ilegitima del nuevo rey Eduardo VIII, estaba lejos de ser segura. Debió sentirse muy agradecida cuando la reina viuda la invito a vivir a Chelsea Manor. En casa de Catalina Parr, uno de aquellos que ya apreciaban el atractivo de la joven princesa era el esposo de su madrastra, Thomas Seymour. Bullicioso por naturaleza, consciente del efecto de sus encantos sobre las mujeres, pudo haberle parecido natural a Seymour dedicarse a juegos sexuales con la joven protegida de su esposa, quien apenas contaba con 14 años. 

Elizabeth a la edad de 13 años, aproximadamente


En Pentecostés de 1548 (mediados de mayo), cuando estalló la crisis, la reina Catalina estaba embarazada de casi seis meses; dada su condición, a Seymour pudo haberle parecido natural buscar diversión en otra parte. Para un soltero era bastante peligroso acercarse de esa manera a la segunda heredera en orden de sucesión al trono; para un casado no sólo era peligroso sino también un escándalo. 

Pero Seymour tomó la costumbre de entrar en el dormitorio de la muchacha antes de que ella estuviera vestida por completo. Le daba unos golpecitos "en la espalda o en las nalgas familiarmente", le robaba besos e incluso se guardaba la llave de la habitación para que ella no pudiera escapar. Luego él mismo se presentaba con las piernas desnudas y vestido sólo con un corto camisón (bata). La servidora de Elizabeth, Katherine Ashley, contaba que el lord almirante descorría las cortinas de la cama de Elizabeth para saludarla de mañana mientras la muchacha se retraía (en actitud de modestia, de éxtasis, o una combinación de ambas, Elizabeth nunca lo reveló). En una ocasión, en Hanworth, participó Catalina con la "alegría y el buen pasatiempo" por los que había sido conocida durante su matrimonio con el rey Enrique: sostuvo a la muchacha mientras Seymour cortaba su traje negro en cien pedazos.  


Thomas Seymour

Fue Catalina la que finalmente decidió que ya era suficiente y despidió a la muchacha. Elizabeth se marchó a Cheshunt, donde fue puesta al cuidado de sir Anthony Denny. Katherine Ashley dio como razón la angustia de la reina al encontrar a Elizabeth en brazos de Seymour, pero después retiró la historia. Dado que Catalina y Elizabeth siguieron luego en términos afectuosos, probablemente la reina obró tanto en interés de la reputación de su hijastra como por celos. 

La verdadera medida de la continuada devoción de Elizabeth al recuerdo de su madrastra se ve en su manejo de la fama de la reina Catalina durante su propio reinado. Se permitió que la reina Catalina fuera representada como una de las "reinas virtuosas" de la historia, con la reina Ester, santa Margarita de Escocia y la propia reina Elizabeth. La reina Elizabeth I no era conocida por favorecer al sexo femenino. Ninguna otra consorte de Enrique VIII fue honrada de esa manera (incluida su propia madre, Ana Bolena).


Seymour fue ejecutado en 1549, después de la muerte de su esposa. A la edad de sólo 15 años, Elizabeth había aprendido algunas lecciones importantes. Ella había descubierto que era atractiva para los hombres y que había disfrutado de la sensación de poder que este le dio. Pero ella también se había visto obligada a reconocer que la relación sexual estaba llena de peligros. Como mujer adulta, Elizabeth utilizaría sus encantos femeninos para sus propios fines. Ella también se esforzaría por ser gobernada por la cabeza, y no por el corazón. 

Peligro
Aunque Elizabeth obedeció la citación del rey Eduardo a visitarlo en la corte, la intimidad que una vez habían compartido había desaparecido, y en sus cartas a sobrevivientes se observa mucha rigidez y formalidad. El joven rey fue manipulado primeramente por su tío, Edward Seymour, mediante limitaciones impuestas por el Lord Protector. Más tarde, Seymour fue reemplazado por Dudley, un hombre que se ganó la confianza de Eduardo VI mediante métodos más sutiles. El 6 de julio de 1553 Eduardo pronunció su última oración y falleció, en el palacio de Greenwich. Tenía solo quince años. John Dudley, duque de Northumberland, conspiro para alterar la sucesión a favor de su nuera, lady Jane Grey, quien sucedió en el trono a Eduardo. Pero solo nueve días después esta fue destronada por la hermana mayor de Elizabeth, María, quien era muy popular entre el pueblo. Dudley fue decapitado por traición, al igual que su hijo Guildford y su nuera.


María y Elizabeth en Londres


Elizabeth observó desde una distancia segura como lady Jane era aclamada como reina y luego decapitada como traidora. Sólo cuando estaba claro que la corona estaba firmemente en la cabeza de María, Elizabeth hizo un movimiento. Escribió una carta diplomática para felicitar a María en su éxito y salió hacía Londres acompañada por una escolta. En los primeros meses del reinado de María, Elizabeth estuvo a menudo a su lado. Las hermanas Tudor formaban un par incongruente: la reina María, de 37 años, era pequeña, pelo rojizo oscuro, vestidos coloridos y muchas joyas, mientras que la princesa Elizabeth, a los 19 años, era alta y elegante, a pesar de que optó por vestir de manera sencilla en blanco y negro. Marìa ya no poseía la hermosura que alguna vez tuvo. Tenia mala dentadura, se consideraba improbable que concibiera y a su esposo le desagradaba su aspecto. En cambio, Elizabeth era carismática, buen semblante, cabello brillante y, lo más importante (al menos para el pueblo), tenia mayores posibilidades de engendrar un hijo. Además, la reina no compartía las tendencias protestantes de su hermana menor. Pero a Maria le resultaba difícil confiar en Elizabeth, quien ya no era la niña indefensa que protegió en sus años jóvenes sino una mujer segura de si misma. 

El 18 de marzo 1554 Elizabeth fue arrestada y enviada a la Torre por el cargo de complicidad en la rebelión de Wyatt. Fue encarcelada durante dos meses. Wyatt fue interrogado, pero nunca admitió que Elizabeth participara en la rebelión. 


Elizabeth tras el interrogatorio 

Después de todas las investigaciones, Elizabeth no fue llevada a juicio por traición ya que no se pudo encontrar evidencia. Algunos del Consejo de María todavía discutían por la ejecución de Elizabeth. María dejó que regresara a su hogar, pero bajo arresto domiciliario. Elizabeth salió de la Torre un 19 de mayo del año 1554, el mismo día y mes en el cual falleció su madre. El arresto domiciliario de Elizabeth en Woodstock, finalmente llegó a su fin en marzo de 1555. En ese momento la reina María se había casado con Felipe de España y ella creía que estaba embarazada. Con la perspectiva inminente de un heredero real, Elizabeth ya no representaba una grave amenaza para la corona. Tras el descubrimiento del auto-engaño de María, parecía que había pocas posibilidades de que la reina tuviera un hijo. Incluso su marido Felipe comenzó a prestar atención a Elizabeth, ya que ella era la sucesora al trono inglés.

María Tudor y Felipe de España


La muerte de Maria Tudor se produjo el 17 de noviembre de 1558. Sus supuestos embarazos resultaron falsos, provocando que el ascenso de Elizabeth fuera inevitable. Realizo varios intentos para que su medio hermana no la sucediera en el trono, pero el Parlamento no se lo permitió. Pero ahora, el momento de gloria de Elizabeth había llegado. 



Bibliografia
Fraser, Antonia: Las Seis Esposas de Enrique VIII, Ediciones B, Barcelona, 2007

Bingham, Jane: The Tudors, Metro Books, New York.

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