21 oct 2012

El Humanismo y la Ciencia


Los humanistas se dedicaron al estudio de la vida y de las costumbres del hombre, basándose en autores clásicos, en contradicción con los sabios medievales, que ponían en el centro a la religión o a dios. Dieron gran importancia al conocimiento del latín y del griego, y también del hebreo y el arameo, lo que les permitió examinar en sus textos originales la Biblia y difundir sus versiones al respecto. La invención de la imprenta dio una resonancia inusitada a esta labor intelectual. 

El humanismo, como todo el Renacimiento, nace en Italia. Se extiende muy pronto a toda Europa, por medio de las universidades. Se vuelve a usar el latín clásico, diferenciándose definitivamente de los idiomas romances nacionales; muere el latín como lengua de uso común. En Francia el humanismo tiene que luchar contra la Soborna, colegio escolástico; el rey Francisco I funda en 1530 la institución de los "lectores reales", que muy pronto desplaza la enseñanza escolástica. En España, el humanismo penetra a través de Aragon, desde sus dominios en Sicilia. 

Francisco I, fue considerado un mecenas de las artes. Leonardo Da Vinci residió por un tiempo en su corte. 

El desarrollo del comercio y de la navegación hace necesario un mejor conocimiento astronómico, y lo facilita a su vez. Las ideas de Copérnico, publicadas en 1543, que afirman que el Sol y no la Tierra, es el centro del universo, tropiezan con la encarnizada resistencia de los que no sólo consideran amenazada la interpretación tradicional del mundo, sino también el orden social;  puesta en duda aquélla, también vacila éste. 

Galileo Galilei

Kepler y después Galileo (1564-1642), ayudado éste por el telescopio inventado hacia 1600, perfeccionan la interpretación heliocéntrica del universo. Aunque Galileo es obligado por la Inquisición a retractarse de sus descubrimientos, los nuevos conocimientos ya no pueden ser erradicados. 

Mejora mucho el trabajo de los metales. Se inventa el alto horno, se empieza a usar la hulla además del carbón vegetal para fundir el mineral y se descubren algunos metales nuevos. El abaratamiento del hierro y los demás adelantos en la metalurgia facilitan a su vez el incremento de la producción y llevan a descubrimientos que serán la base para la química. 

Al desaparecer el horror medieval al desnudo, avanza extraordinariamente la medicina. Se estudia anatomía (como lo revelan claramente las pinturas y esculturas de la época) y se obtienen muchos conocimientos nuevos acerca del cuerpo humano, que es considerado una especie de máquina. 


La razón ocupa un lugar cada vez mayor en la concepción del mundo. Ya no se trata de interpretar revelaciones divinas, sino de observar y experimentar. Se buscan y se encuentran leyes que rigen el desarrollo del universo. De acuerdo con la ciencia más avanzada de la época, la interpretación que se da es fundamentalmente de tipo mecanicista. 



Bibliografia

Brom, Juan (2007). Esbozo de historia universal. México: Grijalbo. 

El Renacimiento


En los siglos XV y XVI se desarrolla un movimiento intelectual y artístico que se inspira en la Antigüedad clásica. Sus portadores lo consideran un "renacimiento" de la cultura grecorromana. Reaparecen efectivamente muchas formas y costumbres de la Antigüedad pagana, pero mezclada con los elementos aportados por el cristianismo y por los pueblos germánicos.  
Nuevamente se coloca en el centro de la atención al hombre mismo y a su vida terrenal, en vez de dios y la vida después de la muerte, como había sucedido en la Edad Media. 

El Renacimiento significa, hasta cierto grado, una rebelión de las ciudades contra el orden feudal. Sobre todo las ciudades italianas tenían una visión muy amplia del mundo y no podían conformarse con el estrecho horizonte intelectual del feudo. 



El centro de origen y el primer lugar donde cobra fuerza el Renacimiento es Italia, debido a su desarrollo comercial y político y, en parte, a la tradición del Imperio Romano, que nunca se había extinguido por completo, y a sus numerosas ruinas antiguas. 

El avance de los turcos sobre Constantinopla, y la caída final de esta ciudad, arroja a Italia a numerosos sabios bizantinos, quienes llevan consigo la tradición del antiguo Imperio Romano, salvaguardadas en el milenio del Imperio de Oriente. Su presencia ayudo mucho para el estudio de los clásicos griegos, que antes solo se conocían en malas traducciones.  

Intervienen también otros factores, como el contacto con los árabes y, en forma muy importante, los grandes imperios mongoles de Gengis y de Kublai Khan. Durante bastante tiempo, la corte de Karakoum, capital de Kublai Khan, fue un gran centro cultural, donde se encontraron misioneros cristianos, enviados musulmanes y sabios de Oriente. 



Bibliografia
Brom, Juan (2007). Esbozo de historia universal. México: Grijalbo. 

19 oct 2012

Extranjeros (Elenco)

Aquí les tengo un listado de algunos personajes pertenecientes a distintos países de Europa que intervinieron durante el transcurso de la serie. 

Emperador Carlos V, sobrino de Catalina de Aragon (Sebastian Armesto)

El rey Francisco I de Francia
(Emmanuel Leconte) 

La reina Claudia de Francia, esposa de Francisco I
(Gabriella Wright)

El duque de Cleves, hermano de Ana de Cleves
(Paul Ronan)

Duque de Baviera
(Colin O'Donoghue)


Papa Clemente VII 
(Ian McElhinney)

Cardenal Campeggio
(John Kavanagh)


Embajador Mendoza
(Declan Conlon)

Embajador Chapuys
(Anthony Brophy)

Embajador francés
(Jonathan Ryan)

Y como olvidarla...
Cristina de Milan
(Sonya Cassidy)


Por falta de tiempo, solo he podido citar estos. 

14 oct 2012

Los hijos de Enrique VIII (Elenco)


María Tudor, hija de Catalina de Aragon
(Sarah Bolger)


Elizabeth Tudor, hija de Ana Bolena
(Laoise Murray)

Eduardo Tudor, hijo de Jane Seymour
(Eoin Murtagh/Jack Hathaway en el episodio final)

Henry Fitzroy, hijo ilegítimo con Bessie Blount

Las seis esposas esposas de Enrique (Elenco)

Enrique VIII de Inglaterra 
(Jonathan Rhys Meyers)


Catalina de Aragon
(Maria Doyle Kennedy)


Ana Bolena 
(Natalie Dormer)



Jane Seymour
(Annabelle Wallis)


Ana de Cleves
(Joss Stone)



Catalina Howard
(Tamzin Merchant)


Catalina Parr
(Joely Richardson)


¿Cual es tu favorita?


Fuente de imagen: 
celebritysentry.com
tvlistings.zap2it.com
rtve.es

6 oct 2012

El nacimiento de la princesa Elizabeth Tudor (Parte 1)


  

La nueva reina en estado
Hacia fines de la primera semana de diciembre de 1532, Ana Bolena quedó embarazada (esto si fueron nueve los meses de gestación del bebe nacido el siguiente 7 de septiembre). A comienzos de enero ella debió haberlo sospechado y esperado. A medida que fue transcurriendo el mes, la cuestión del matrimonio del rey cobró nueva urgencia. Como los matrimonios reales por entonces eran asuntos privados, no había nada de extraordinario en una rápida ceremonia secreta.

La noticia se mantuvo oficialmente en secreto por el momento, aunque para mediados de febrero a Ana le resultaba imposible resistirse a hacer gala a su estado. Y lo hizo del modo poco delicado propio de ella, o eso opinaron sus detractores. Chapuys contó como la dama salió de su habitación, y ahí mismo, "sin rima ni razón en medio de una gran compañía", le comentó a su anterior admirador Wyatt "un furioso deseo de comer manzanas, como nunca antes había sentido en la vida", que le había dado tres días antes. "El rey le había dicho que era una señal de que estaba embarazada, pero ella había dicho que no era nada de eso". Luego se echó a reír y volvió a su habitación. Casi toda la corte oyó ese anuncio y, según Chapuys, "la mayoría de los presentes quedaron muy sorprendidos y conmocionados". 

Había un motivo para mantener el embarazo en secreto, aparte de que no había llegado todavía al cuarto mes, momento en que se consideraban superados los peligros de un aborto temprano o del cálculo optimista erróneo. Lo cierto era que el rey, aunque se había vuelto a casar, aún no se había divorciado. A comienzos de abril —cuando Ana estaba embarazada exactamente desde hacía cuatro meses— la noticia se hizo pública, aunque se tuvo el tacto de no revelar la fecha del casamiento. 



En general había un fuerte vínculo entre la ceremonia y los herederos. La visible fecundidad de la reina Ana —«ella está ahora un poco grande con el hijo», admitió Cranmer al embajador inglés ante la corte del emperador— la convertía en una candidata apropiada para recibir la corona del consorte. Hall captó el sabor de esto cuando escribió en su Chronicle que algunas personas juzgaban que Dios quería ese nuevo matrimonio porque «la nueva reina pronto estuvo embarazada».




El hijo de ambos sería sin duda varón. Todo el mundo lo sabía. Los astrólogos lo predecían, así como los médicos del rey. El 3 de septiembre, esos dos cuerpos de profesionales científicos unieron fuerzas para asegurarle al rey que la reina "sin duda" le daría un heredero varón. Los nombres propuestos fueron Enrique o Eduardo.



La reclusión antes del parto
En 26 agosto de 1533, Ana Bolena se encontraba en un avanzado estado de gestación. Según la costumbre, la reina Ana se recluyó en su cámara por anticipado, para aguardar el nacimiento de su hijo. El precedente era de suma importancia en esos asuntos, aunque hubiera habido un cambio de reina. Lord Mountjoy, veterano de los confinamientos de la reina Catalina, aconsejó a lord Cobham, chambelán de la reina Ana, sobre el procedimiento correcto. Las reglas se habían fijado en el reinado de Enrique VII: "Un cómodo jergón" se debía colocar junto a la cama real para el parto. Todas las ventanas salvo una debían cubrirse con tapicería de Arras ricamente bordada. " "Ningún hombre debe entrar en la cámara, sino mujeres"

Ana Bolena (Natalie Dormer) después del parto en The Tudor



La cámara de la reina
El historiador David Starkey, describe la cámara de la reina como “un cruce entre una capilla y una celda lujosamente acolchada”. 
El tapiz que cubría una de las ventanas de la cámara de Ana, se quedo suelto, de modo que la reina pudiera recibir un poco de luz y aire. Sin embargo, esto no se consideraba aconsejable. 
En cuanto al diseño de las cortinas y tapices se tomaban muchas precauciones. Los tapices que contenían muchas figuras, por ejemplo personas o animales, eran descartados. Ya que se temía que se desencadenaran fantasías en la mente de la reina, que provocarían que esta diese a luz hijos deformes. 


Este tapiz habría sido considerado inadecuado para colocarlo en la cámara de la reina. 


Nace una princesa 
El 7 de septiembre a las 3 de la tarde, Ana dio a luz a una niña a la que llamaron Elizabeth, igual que sus abuelas. La niña tenía el cabello rojo de su padre y los profundos ojos negros de su madre. 

El parto fue sencillo, tanto la niña como la reina estaban sanas. Los astrólogos y médicos habían pronosticado que nacería un varón. 

Demuestra lo desconcertante e inesperado que fue este acontecimiento el documento oficial con el que la reina Ana tuvo que dar la noticia al mundo. Era lo establecido que las reinas lo anunciaran. Ese documento, dirigido a su chambelán lord Cobham, ya estaba preparado. Comenzaba de un modo muy florido: "Y donde ha agradado a la bondad de Dios Todopoderoso, con su infinita merced y gracia, enviarnos, en este momento, gran rapidez en el parto y el alumbramiento de un príncipe..."

Terminaba en estilo semejante: "A Dios Todopoderoso, buena salud, prosperidad, alabanza y elogio, y rogad por la buena salud, prosperidad y continua preservación de dicho príncipe" Estaba sellado con un timbre en nombre de "Ana, la reina". Pero hubo que añadir apresuradamente una "s" a príncipe [prince en inglés] para convertirlo en una aceptable versión para el siglo XVI de "princesa" [princess en inglés]. Esa notable aliteración atestigua la sorpresa y el disgusto que causó el nacimiento de la futura reina Elizabeth. 

Ana Bolena

Enrique VIII

Enrique VIII estaba decepcionado por el sexo de la criatura, sin embargo, este suceso no disminuyo el amor del rey por Ana. Elizabeth era la prueba de que Enrique era capaz de tener hijos sanos. En la capilla Real se canto un Te Deum y se planeo un lujoso bautizo. 

El bautizo 

Para el bautismo de la princesa Elizabeth, la reina Ana solicitó una "tela triunfal" especial que su predecesora la reina Catalina había traído consigo de España para los bautizos. Como era de esperar, Catalina se negó. "Dios no lo permita", se estremeció, que ella diera alguna "ayuda, asistencia o favor", directa o indirectamente, en "un caso tan horrible como éste". Parece ser que en esa ocasión Catalina sostuvo con éxito su negativa, a diferencia del año anterior, cuando una segunda orden del rey había tenido como consecuencia la entrega de sus joyas. 


Vestido de bautizo utilizado por la princesa Elizabeth. 
Pero, al parecer, el rey no tenía interés en las telas triunfales. En todo caso, el bautismo de esa inesperada princesa fue un asunto de tono menor: por ejemplo, la espléndida justa planeada en honor de un príncipe se canceló de inmediato. 


Thomas Cranmer

El arzobispo Cranmer fue el padrino, como el cardenal Wolsey lo había sido de la princesa María. La madrina de bautismo fue la matriarca de la familia Howard, Agnes, duquesa viuda de Norfolk, una elección muy apropiada: también había sido una de las patrocinadoras de la hija mayor del rey. 

Pero en la confirmación que siguió de inmediato, Gertrude, marquesa de Exeter, leal amiga de la reina Catalina, se vio obligada a ser la madrina y a obsequiar a la princesa bebé tres cuencos grabados de oro y plata. Como gesto, la invitación a lady Exeter —que ella no pudo rehusar— fue tal vez  menos tajante que la petición a Catalina de la tela para el bautismo.




Bibliografia                                                                                                      Fraser, Antonia: Las Seis Esposas de Enrique VIII, Ediciones B, Barcelona, 2007.


Fuentes: 

Elizabethan-era